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Juan Francisco Martín del Castillo

La matria cubana

Todavía impresionado por las revueltas en las calles del paraíso comunista de las Antillas, leo que uno de los fenómenos intelectuales del gobierno patrio, mejorando, por supuesto, al desaparecido Iglesias, al que únicamente le falta el “fachaleco” para completar la figura del nuevo líder de la izquierda de Galapagar, dice que hay que cambiar el concepto de “patria” por el de “matria”.

Yolanda Díaz, que es quien ha venido en sustituir al macho alfa en la plaza monclovita, propone este palabro, porque, en su pensamiento, se aproxima más a lo que la sociedad demanda. Y, de nuevo, releo las palabras de la señora Díaz, tras conocer los llamados “atestados directos” (juicios sumarísimos) en los tribunales antillanos, donde jueces y policías del régimen deciden la suerte de miles de ciudadanos al margen del derecho, y pongo en contexto la “matria” de la podemita. Si esta nueva definición de la patria común, incluye el desposeer de las libertades civiles a los gobernados, prefiero la de viejo cuño. La izquierda reaccionaria y totalitaria quiere mantener un pulso al progreso efectivo de la democracia occidental echando mano de vocablos que, en un primer momento, sorprenden y entusiasman a los no avisados, pero que, después de un somero análisis, no soportan el contraste con la realidad objetiva. Me cuesta pensar que a un cubano, inmigrante en España, deseoso de la prosperidad de su país de origen, le convenza Díaz con que en su patria natal se respetan la libertad y los derechos humanos esenciales. Algo falla cuando un político -y no cualquier político, sino uno de los que dirige el rumbo de la nación- se atreve a defender que en Cuba o en Venezuela impera la democracia. Y algo huele a podrido cuando semejante personaje quiere trasladar la idea de que la patria, como valor y concepto, ha perdido su brillo y significado. Prosigue el ideario radical con su particular asalto a los cielos, en la famosa expresión que extendió el otrora rey del mambo. Por fortuna, los españoles no somos tontos ni nos dejamos engañar con el humo de la falsedad. Por favor, en el mismo instante que los totalitarios deseen hacernos caer en la telaraña de su aciago discurso, levantemos la cabeza y echemos un vistazo a la “matria cubana” y lo que allí ocurre. No hay mejor remedio para desactivar el canto de las sirenas populistas.

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