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Entre líneas

Mira el pajarito

En el país donde la nueva camiseta de Messi importa más que nuestros triunfos olímpicos; o que el exvicepresidente se corte la coleta recibe más titulares que los nuevos llamados a declarar en el banquillo de la Gurtel o las nuevas cuentas encontradas al emérito, casi permitimos que unas alpargatas eclipsen las labores de rescate y auxilio llevadas a cabo por España en la mayor crisis geopolítica de los últimos años. Esta vez no pudo ser. «En verano, tampoco vamos a ponernos zapatos, que uno se estresa», arrancó Martínez Almeida en relación al calzado que el presidente Sánchez mostraba en la imagen de la cumbre internacional por videoconferencia en la que se trataban los detalles de la evacuación. «Estar al mando y estar con alpargatas es incompatible», se reafirmaba el alcalde madrileño y, ya crecida la plana del Partido Popular, iba añadiendo nuevos giros a la ocurrencia, mientras las muestras de agradecimiento y reconocimiento internacional por la coordinación española llegaban de la presidencia de la Unión Europea a la Casa Blanca.

Un año más, Pablo Casado se queja –desde la playa– de que Pedro Sánchez esté en la playa. Y vuelve a acusarlo de postureo cuando el partido que preside ha hecho del postureo su seña de oposición. Sin evidencia de propuestas formuladas por doctos en las diferentes materias para aportar soluciones a las grandes cuestiones que tenemos sobre la mesa, sino asesores de comunicación incansables en la tarea de embutir mensajes y crear polémica con una trivialidad que no merecemos. Llamando oposición a lo que es campaña. Asesores cuya misión es grabar en el imaginario colectivo la ficción de los posibles roles que podría desempeñar un hombre de estado y en este subgénero político de la sobreactuación han convertido a Casado en una suerte de Barbie donde hemos visto al sempiterno candidato disfrazado de todas las profesiones: Pablo en un viñedo, Pablo en un olivar, Pablo ara, Pablo mira una montaña de grano, Pablo entre corderos, Pablo se sube a un tractor, Pablo corta la cinta inaugural de una etapa de la vuelta ciclista; Pablo, en abril del año pasado, cuando arrastrábamos lo peor del drama de la crisis sanitaria, se fotografía frente al espejo de un cuarto de baño con los puños apretados, gesto atormentado, pero con el grifo abierto. Acompaña a la instantánea el filtro Inkwell de Instagram y un mensaje: «Esto es una catástrofe en vidas y un drama en empleo. Aquí nadie va a ganar y ya hemos perdido demasiado todos. Más de 20.000 compatriotas fallecidos merecen nuestro respeto, homenaje y luto».

Si el paso de Casado por Harvard hubiera sido algo más que un postgrado de cuatro días en Aravaca –a los que no asistió–, quizá conocería el estudio que la universidad de Harvard junto a la de Vermont realizaron y concluyó que es el filtro más utilizado por las personas que sufren tristeza o depresión. Nada es casual. Todo es relato.

En su última publicación podemos verlo mirando al Mar Menor y en nada podremos disfrutarlo igual, pero en bañador. En alpargatas no creo. García Egea, secretario general del partido, ha anunciado que él y Casado se bañarán en el Mar Menor para demostrar que está «más vivo que nunca». Imposible no recordar a Manuel Fraga, ministro de Información y Turismo de la dictadura franquista, y su baño junto al embajador norteamericano en la playa de Quitapellejos, en Palomares, en un intento de calmar a la opinión pública –extranjera– y demostrar que no había riesgo alguno, después de que, casi dos meses antes, dos aviones estadounidenses colisionaran sobre el espacio aéreo de Almería, cayendo y perdiendo en el camino cuatro bombas nucleares 75 veces más potentes que la que arrasó Hiroshima. Muchos compatriotas se enteraron del incidente a través del NO-DO donde el simpático narrador acompaña las imágenes de un Fraga sonriente y saludando a la cámara: «Para demostrar con el ejemplo que no existe peligro de radioactividad en esta zona costera el ministro señor Fraga Iribarne […] se da un buen baño, pues así lo permite la benignidad del clima a pesar del invierno». Omitiendo que, para entonces, los militares norteamericanos habían retirado ya 1.500 toneladas de tierra o que se habían pactado indemnizaciones bajo el más alto secreto y, cuentan las malas lenguas y algunos historiadores, que las imágenes no fueron grabadas en Quitapellejos, sino en Mojácar, a 15 km del accidente.

Francisco Franco ascendería a Fraga a vicepresidente y ministro de la Gobernación y, ya muerto el dictador, se crearía Alianza Popular, el partido conservador que concentraba los antiguos ministros del régimen y que más adelante, en los 80, se pasaría por el filtro para quedar en lo que hoy conocemos como Partido Popular.

Y de aquellos baños, llegaron estas inmersiones. Por eso, cada vez que escuchen por ahí un «¡Mira el pajarito!», por si las moscas… conviene mirar más allá. La de veces que es, en realidad: «No mires todo lo que tapa el pajarito».

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