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Xavier Carmaniu Mainadé

entender + CON LA HISTORIA

Xavier Carmaniu Mainadé

El gran garrote de Estados Unidos

Un proverbio africano inspiró la doctrina exterior de EEUU durante buena parte del siglo XX. A juzgar por lo que se está viviendo en Afganistán, parece que ya no es así. Nunca sabremos qué pensaría Theodore Roosevelt.  

Para los lectores de cierta edad, que recuerdan perfectamente cómo funcionaba el mundo durante la Guerra Fría, impacta ver cómo Estados Unidos, y Europa Occidental tras ellos, se ha retirado de Afganistán. Los tiempos en que Washington intentaba erigirse como dominador de medio mundo parece que han pasado a la historia.

Y justo cuando los estadounidenses acaban de abandonar aquel país, el calendario nos ofrece una interesante efeméride. Tal día como hoy, de 1901, Theodore Roosevelt verbalizó lo que sería uno de los ejes de la política exterior de EEUU durante buena parte del siglo XX. Entonces era vicepresidente y, como tal, fue a la inauguración de la Feria Estatal de Minnesota. Durante su discurso, dedicado a cómo creía que se tenía que hacer la política, declaró que se inspiraba en un antiguo proverbio africano que dice que hablando suavemente y con un gran garrote se llega lejos.

Lo que no se podía imaginar el día que hacía aquella alocución es que, un par de semanas después, se sentaría en el despacho de la Sala Oval de la Casa Blanca porque el presidente William McKinley había sido asesinado.

A partir de ese momento, Roosevelt convirtió el adagio en bandera. Lo repitió tantas veces que se hizo famoso y era habitual que, en la prensa de la época, lo dibujaran llevando un garrote de dimensiones gigantescas. No solo eso: el término Big Stick policy (política del gran garrote) ahora aparece en los libros de historia y en las enciclopedias.

Desde la presidencia, Roosevelt lo aplicó en muchos casos. En la política doméstica, por ejemplo, cuando le tocó negociar con los sindicatos o cuando se tuvo que enfrentar a corporaciones monopolísticas. Pero sobre todo es conocido por sus implicaciones en los asuntos exteriores, en lo que se puede considerar una continuación de la llamada doctrina Monroe.

El quinto presidente de EEUU James Monroe, en 1823, definió la que debía ser la gran doctrina en política exterior de su país, que consistía en rechazar las intromisiones europeas en el que consideraban su continente y que se podría resumir con la frase «América para los americanos». O, dicho de otro modo, consideraba que Washington era el único que podía tener derecho a influir en la política de la zona. Los españoles lo pudieron comprobar en sus propias carnes en 1898, con la pérdida de Cuba y Puerto Rico (además de Filipinas) y cuando Roosevelt fue presidente, también lo sufrieron Venezuela y Colombia, porque se oponían a la construcción del Canal de Panamá, una infraestructura largamente deseada por los EEUU, y de la que se aseguraron tener el control.

En aquellos tiempos el gran garrote tenía forma de flota, puesto que la hegemonía de las potencias se demostraba en el mar. El presidente Roosevelt era consciente e insistió mucho en que su país tuviera una marina a la altura de sus anhelos. De hecho, la capacidad militar era uno de los cinco pilares sobre los que construía su política. Los otros eran tratar con justicia a las otras naciones, no ir nunca de farol, atacar solo cuando se estaba preparado para hacerlo y conceder una derrota digna al adversario.

Roosevelt ganó la reelección y durante su segundo mandato EEUU empezó a dejar entrever la gran potencia mundial que acabaría siendo tras la Primera Guerra Mundial. Alcanzó uno de los primeros reconocimientos internacionales en 1906, cuando recibió el Premio Nobel de la Paz por su papel de intermediario entre Rusia y Japón, que estaban enfrentados en una guerra que no parecía tener fácil solución.

Enseguida, sin embargo, sacó a pasear el bastón y ordenó que una flota de combate, formada por 16 acorazados, diera la vuelta al mundo visitando los principales países. Los barcos se pintaron de blanco para dejar claro que era una misión pacífica. Pero, más allá de la cortesía, quería hacer evidente que se disponía de una flota con la que podía dominar todos los mares. El periplo comenzó en diciembre de 1907 y terminó en febrero de 1909, coincidiendo con su despedida de la Casa Blanca. Roosevelt se fue, pero sus planteamientos en política exterior continuaron influyendo en las décadas posteriores.

reformas

Parques Nacionales

Más allá de la política exterior, la presidencia de Roosevelt hizo historia en otros campos. Por ejemplo, fue el primero en promover la conservación de los espacios naturales creando los parques nacionales. También se atrevió a hacer algunos tímidos pasos contra la segregación racial y el antisemitismo, a pesar de la cerrada mentalidad de la sociedad de la época.

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