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Lamberto Wägner

Tropezones

Lamberto Wägner

Relatos

Pongamos que en el escaparate de una tienda se exhibe un vestido veraniego, ajustado, ligero y elegante, con una etiqueta a pie de maniquí con un importe muy razonable. Ahora contemplemos un vestido parecido en una sala de subastas, con un precio de salida que multiplica por mil el de la tienda. ¿Cual es la diferencia?

El segundo vestido perteneció a Marilyn Monroe. La única diferencia es por tanto el valor añadido del relato. El primero era nuevo de paquete, el segundo había arropado las voluptuosas formas de un icono cinematográfico, cuyo reciente fallecimiento le concedía a la prenda mayor exclusividad si cabe.

Este puede parecer un ejemplo extremo, pero si miramos a nuestro alrededor nos percataremos de que el fenómeno funciona a todos los niveles: veamos dos ejemplos.

Desde siempre me había llamado la atención el Cointreau, un licor de naranjas dulces y amargas, cuyo envase cuadrado ya la resaltaba entre sus parientes. Pero es que el texto de la etiqueta no podía ser más sugerente: «Inimitable obra maestra de equilibrio entre el tonificante calor del aguardiente y las amargas virtudes de las naranjas maduradas en los trópicos» .Con un relato así, ¿quien podría resistirse? Yo no desde luego: todavía hoy suelo endulzar las macedonias de fruta con un generoso chorrito de este triple sec.

Pero ya metidos en licores, veamos el anzuelo del aguardiente Linie Akvavit, cuyo irresistible relato es el siguiente: «Linie Akvavit es famoso por su maduración en alta mar en toneles de jerez de roble, un viaje que ha continuado desde hace más de 200 años. Todo empezó en 1805 cuando la familia noruega Lysholm fletó un barco desde Noruega al sudeste asiático. En el cargamento iba un lote de cinco toneles de aguardiente en barriles utilizados anteriormente para jerez. Afortunadamente no llegaron a venderse, y a su regreso se comprobó que el vaivén del oleaje, el cambio de estaciones de la travesía y los toneles de jerez le habían conferido al akvavit un perfecto equilibrio entre las especias y la madera». Desde entonces se utiliza idéntico procedimiento de maduración. Se embarcan en transatlánticos los consabidos toneles, que no vuelven a su lugar de origen sin haber atravesado el ecuador por lo menos dos veces. En la parte interior de la etiqueta de Linie Akvavit se puede leer, observándolo a través del líquido, el nombre del barco encargado de la misión de maduración.

No me negarán que con tal relato es difícil no caer en la tentación de saborear este aguardiente –en el norte denominado snaps– , fiscalizando con los amigos catadores el nombre del navío colaborador. Puede que me haya convertido en una víctima más de tan original publicidad, pero lo cierto es que puedo dar fe que con los famosos arenques escandinavos, este Akvavit encarna un perfecto maridaje.

En resumidas cuentas, si alguna vez tienen que añadir valor a algún objeto del que quieran desprenderse, rescaten un relato, o si su listón ético no está demasiado alto, invéntense una historia y móntense un pequeño show para revalorizarlo. Seguro que el nuevo dueño y destinatario del relato también sabrá sacarle partido a la historia entre sus amiguetes. ¿Porque al fin y al cabo quien va a comprobar si la cantimplora que acaba de adquirir fue realmente de la que bebió el general Dupont momentos antes de morir atravesado por las balas alemanas en las trincheras de Verdun?

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