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Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

Cucas, chinches y un modelo salvaje

Conseguir una plaza pública o semipública en una residencia de mayores en Canarias viene a ser algo impropio de este mundo, quizás del venidero, o quizás de ninguno. Obtener la tramitación de la Dependencia otro tanto de lo mismo: la mayoría de las veces hay que ir hasta el nicho del solicitante y explicarle a su espíritu las ocurrencias de la Administración en estado de letargo o durmiente.

A estas alturas de la hecatombe, da igual que Asuntos Sociales sea gestionado por la derecha, izquierda o los podemitas, lo que realmente interesa es que el departamento funcione y alcance velocidad de crucero en la tramitación de los expedientes. Todo lo contrario a lo de ahora: nadie parece darse por enterado de que hay un problema enorme. Ellos, a lo suyo. El Diputado del Común en Canarias, el mostrador que recibe lo que a nadie le interesa resolver, acaba de hacer un peinado por residencias y se ha encontrado con una pátina de chinches, cucas, ratas, sarna y otras lindezas que ponen en evidencia un negociete con carencias profesionales e inspecciones. Una oferta precaria que se aprovecha de la desesperación de familias que buscan un lugar para ingresar a uno de sus mayores, y que dada la falta de recursos no tienen más remedio que aceptar lo menos malo entre lo peor, o bien negarse a firmar el alta hospitalaria como solución más drástica. Desconozco dada la desfachatez política si este informe de la oficina de Rafael Yanez Mesa va a ser o no un aldabonazo para articular de una vez por todas un verdadero plan de salvación para los mayores. Las familias ya realizan el esfuerzo emocional de ingresarlos por incapacidad para atenderlos, además de afrontar facturas jugosas que consumen la pensión del paciente más otras aportaciones de los allegados para completar. Los ciudadanos son solidarios con los suyos, salvo excepciones, atienden a sus padres y abuelos sin desmayo pese al abanico de obligaciones a las que tienen que hacer frente. El Gobierno canario, en cambio, ni es solidario ni se da por enterado de que el modelo es salvaje.

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