La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Javier Durán

RESETEANDO

Javier Durán

¡Me cago en la luz!

Todo el mundo habla del precio de la luz, pero sólo un reducto de pitagorines sabe cómo se fija y cómo se pulveriza un día tras otro su cuantía. Me incluyo entre los involucrados en este misterio de la luz en España, algo que dicho así suena a antorchas en la época de Felipe II, y todos con vestimenta negra lúgubre. A las eléctricas invisibles no les interesa romper el velo y el Gobierno encuentra un aliado perfecto en la desinformación o la malformación: una sociedad pospandémica podría lanzarse a la calle para que le solucionen la sangría de este recurso básico. Por ello hay que desmovilizar y echar la culpa a los embalses de Castilla y León, que entre más lío menos meollo de la cuestión. La luz en este país del siglo XXI viene a ser igual que el pan con el Régimen: en aquellos años de piojos, curas y hambre, en las primeras páginas -otras veces muy escondido- de los periódicos del Movimiento se anunciaba el alza o la bajada del precio del pan, un producto de primera necesidad cuyo importe estabilizaba o desestabilizaba los hogares de posguerra. Décadas y décadas después nos despertamos diariamente con la novedad de la luz, que sumergida en los entresijos del capitalismo tardío -o en su reencarnación covidiana- nos ofrece su valoración en el agujero de los megavatios. De la misma manera que existe la volatilidad en la bolsa, la energía está sometida, o eso cuentan, a fluctuaciones determinadas por variantes inabordables. La diferencia está en que el especulador se lanza a especular por gusto, lo que no es el caso de los españoles con la luz: un bien clave de la vida doméstica y de las empresas en manos de tiburones sin piedad. El misterio aumenta con la extraña voluptuosidad con la que Sánchez y compañía se han tomado el asunto: no se puede hacer nada, sólo parchear y esperar a que lo que subió baje algún día. Esta parsimonia de fumadores de opio tendrá una lectura electoral: ¡Me cago en la luz!, y a otro candidato, mariposa. Mientras, la oscuridad, las horas valle, las velas y la ansiedad por apagar y vivir en una penumbra de dudas.

Compartir el artículo

stats