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Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

Las bicicletas no son para la Circunvalación

Por alguna extraña razón a la que no tiene acceso el común, Canarias es uno de los pocos territorios europeos donde se mantiene imparable la construcción de carreteras, sin que calen los discursos de la sostenibilidad, la temeraria capacidad de carga de su paisaje, el crecimiento del transporte público o el retroceso viario para relajar la excitación en la compra del parque móvil privado. Un recuento del desarrollismo frenético de kilómetros de autovía a lo largo y ancho de las Islas, sobre todo a partir de la década de los noventa, nos podría dejar absolutamente helados. Igual se podría decir de los presupuestos billonarios para unas obras faraónicas, por no decir descomunales, como es la autovía a La Aldea o las previsiones para conectar Telde con la Circunvalación de LPGC. Habrá que parar en algún momento, y corresponde a la Consejería de Transición Ecológica decir cuándo toca frenar este derroche de infraestructuras, que lejos de aumentar el bienestar social, hipotecan el modelo de vida de los isleños. De hecho, resulta asombroso, por no decir inquietante, que una iniciativa como la IV Fase de la Circunvalación se haya olvidado de los ciclistas y que los practicantes del deporte sean multados por la Guardia Civil por utilizar la vía. La bicicleta se ha convertido en la mayoría de los países en un tema de estado en la lucha contra el sobrecalentamiento del planeta. Sin embargo, aquí los castigamos, no los tenemos en cuenta y no acabamos de reconocer que dejarlos al margen ha sido una chapuza en toda regla. En la capital, en el tramo de Autovía Marítima situado frente al Teatro, se prevé un relleno para otro carril de carretera dado que la metroguagua manda. ¿Se venderá como una actuación estrella del frente marítimo? Seguro que sí, pese a que es una cuestión de coches y muy poco de peatones. De un tiempo a esta parte, a cualquier cosa se le coloca la etiqueta de ecológico para dar el pego como si se tratase de un nuevo comestible con ínfulas. Pero la pregunta es: ¿por qué hay que seguir construyendo carreteras ansiosamente?

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