La Provincia - Diario de Las Palmas

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Rubén Reja

En voz baja

Rubén Reja

Angustia

'National Geografic’ dedicaba a principios de año toda su portada a La Palma. ‘Viaje al corazón verde de Canarias’ era el titular de la revista que ilustraba con una espectacular foto de los Tilos. En sus páginas de interior recomendaba los siete cráteres que jalonan la ruta de los volcanes.

Un camino que sufrirá una transformación inimaginable y que en un futuro lejano y repleto de incertidumbre será el nuevo atractivo de la isla. Hasta que llegue ese día, el principal protagonista es el nuevo volcán y sus vómitos incandescentes. De la puerta de entrada al infierno emerge una pared de más de 10 metros de altura que engulle insaciable miles de historias como la de Manuel Hernández, un agricultor de Cumbre Vieja, que muestra con sus manos vacías y agrietadas que ya no le queda nada. Familias impotentes que contemplan la crueldad que en ocasiones oculta la madre naturaleza y los riesgos que supone vivir encima de un territorio volcánico muy despierto. Lo que algunos de forma apresurada han calificado de espectáculo fascinante, hipnótico y cautivador mantiene en vilo a una isla que sufre un drama en forma de erupción.

La infausta marabunta roja y negra arrasa sin benevolencia la tierra y alma palmeras, que tardará años en recuperarse. Los estragos de este manto mediático de destrucción son incalculables. Volcán que también se ha comido las portadas y las cabeceras de los medios de todo el planeta. Es la primera vez en Europa que se emite en riguroso directo una erupción volcánica. En el caso de la Televisión Autonómica demuestra músculo al llevar a los hogares canarios el pulso informativo minuto a minuto. Una señal que replican muchos medios nacionales e internacionales. Todos plasman cómo la lengua de lava arrasa a cámara lenta cultivos, casas, servicios esenciales…retazos de vida donde la pesadumbre se ha instalado sin avisar. Una vida que ya es otra. Triste, rota y que jamás volverá a ser como antes. Ahora que el suelo está caliente es vital arrancar el compromiso ineludible de todos los estamentos públicos, fuera de fotos vergonzantes, para que las ayudas lleguen a tiempo y se logre apagar la angustia palmera.

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