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Lamberto Wägner

Tropezones

Lamberto Wägner

Negacionismos varios

Recuerdo cuando en el colegio el profe o la seño nos enseñaban a debatir - en realidad a pensar - formando dos equipos de alumnos; uno de ellos había de defender una teoría y el otro la contraria. A veces el grupo más preparado, o mejor informado, conseguía hacer valer su razonamiento, por absurdo y ofensivo que pudiera parecer.

Pues algo de esto está sucediendo con el llamado negacionismo: la oferta de información en internet y las redes sociales es tan inmensa que siempre podremos encontrar argumentos, o incluso datos, posiblemente sacados de contexto eso sí, para defender las teorías más peregrinas. Es sólo cuestión de seleccionar las piezas del puzzle apropiadas para formar el conjunto que avale nuestro disparate. Hagan la prueba (pero con precaución, no vayan a terminar reclutados por alguna secta). Si les parece, como en un ejercicio de colegio pinchen en la red:»la tierra es plana». Si encuentran demasiado burdo el planteamiento, inténtenlo con: «las vacunas nos están matando», que les dará mucho más juego.

Pero el negacionismo no es un fenómeno nuevo. Otro ámbito donde solemos toparnos con este tipo de superchería, es el de algunos «Informes Técnicos», sobre todo los encargados por cargos políticos, y que suelen estar fuertemente sesgados, u «orientados» si quieren un voca- blo menos hiriente. En muchos casos, más que un planteamiento objetivo de mediciones y rigurosas observaciones, estamos ante una «coartada técnica» para uso del político de turno.

Entre los «trucos» principales nos encontraremos datos sin justificar, que parecen como validados por algunas decimales: ¿quien va a poner en duda por ejemplo una «infiltración pluviométrica del 43,7%»? . Otra artimaña es naturalmente la de tomar un dato excepcional como si fuera el habitual. O al contrario permitir que unas mediciones, totalmente a contrapelo de la realidad siembren la incertidumbre sobre la totalidad de dicha realidad.

Y si hay que sobredimensionar un elemento del informe, por ejemplo una viga de carga que en realidad no soporta ninguna carga, se apela a los miedos tan arraigados de la naturaleza humana, justificando tal aparente exceso llamando a la prudencia, a imaginadas sospechas sísmicas, o si hace falta a los efectos del cambio climático, aunque estos no estén previstos hasta dentro de un siglo.

Y por supuesto el arma más eficaz en este tipo de informes, es cerciorarse que nadie llegue a revisarlos, y menos con espíritu crítico. Para ello la precaución más radical estriba en conseguir que nadie los lea. Para ello el técnico dispone de una panoplia de armas a su disposición. Por ejemplo el llamado «lenguaje técnico». Se supone que el técnico tiene bula en la comprensión de lo que escribe, por el carácter especializado y a priori vetado al no técnico, con lo que puede permitirse abusar ad nauseam de dicho monopolio semántico.

Otra triquiñuela muy trillada es por supuesto la de cortar y pegar artículos o disposiciones oficiales, vengan o no a cuento, con lo que se consigue engordar el informe, y desanimar aún más si cabe al potencial lector.

¿Qué les parece el simple ardid de no limitarse a citar a pie de página un determinado Decreto Ley, sino incorporarlo in extenso, con sus 23 páginas, más las 7 de «disposiciones transitorias adicionales» ?

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