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Alfonso González Jerez

Retiro lo escrito

Alfonso González Jerez

Cosas de las que no se habla (1)

Un conjunto de asuntos (casi siempre interrelacionados) reciben poca, nula o muy tópica atención en el debate político del espacio público canario. Estos son algunos de los más acuciantes:

1. Productividad mengüante. La productividad de la economía canaria (vale decir: de sus empresas) lleva cayendo hace un cuarto de siglo. En realidad más. Casi las dos terceras partes de las empresas isleñas, con independencia de su sector, no implementa ninguna estrategia para aumentar su productividad. Esta situación es particularmente sangrante en el sector servicios. Los canarios con empleo están entre los españoles que más horas trabajan al año pero que menos productividad consiguen por hora trabajada. Esa es una razón fundamental que explica el modesto crecimiento acumulado (con periodos excepcionales) del PIB per cápita canario en el contexto español.

2. La maldición de las pymes. En la literatura patronal y periodística, las pymes son presentadas como heroínas rodeadas de incomprensión, ínfulas, desprecios, putadas y dificultades, y que, sin embargo, siguen adelante valerosamente, inasequibles al desaliento. Bueno, no es cierto del todo: en Canarias abren y cierran cientos de pymes y micropymes incluso en los años más prósperos. Lo cierto es que por lo general la ambición de una empresa se cifra en su crecimiento y expansión: solo con medianas y grandes empresas se incrementa precisamente la productividad: mayor demanda de empleo cualificado, mayor inversión en I+D+i, mayor desarrollo organizacional y tecnológico, mayor flexibilidad adaptativa, mayor territorialización activa de la economía.

3. Diversificación económica. El gran mantra del debate económico en Canarias en los últimos cuarenta años, pero especialmente intenso desde la llegada del nuevo siglo. El impulso diversificador como un dios salvador al que le rezaran fervientemente una caterva de ateos. Urge saber lo que ocurre cuando un territorio que dispone además de herramientas y mecanismos económicos y fiscales para atraer la inversión fracasa tan miserablemente –el caso de la ZEC es particularmente sangrante o hilarante --. Por supuesto, lo que falla es la ausencia de potencia y coordinación entre políticas industriales, educativas y fiscales en las que se sienta concernido el empresariado local. ¿Cómo una ciudad como Málaga haya conseguido atraer en su parque tecnológico a más de 600 empresas, incluyendo, entre los últimos proyectos, inversiones de gigantes como Google y Vodafone, y en Canarias nada de nada, menos que nada? Los malagueños lo han conseguido en la última década convirtiéndose, al mismo tiempo, en un floreciente destino turístico, con cerca de 20 millones de visitantes en 2019. ¿Dónde falla la competitividad territorial de Canarias y cuáles son los gusanos que devoran su atractivo para proyectos empresariales ambiciosos? ¿Para cuándo una autocrítica rigurosa de los poderes públicos y de la élite empresarial? ¿Para cuándo un diagnóstico realista de los incentivos económicos y fiscales de Canarias como instrumento para la inversión local, nacional y extranjera? Y una pregunta añadida: ¿se puede diversificar sólidamente un sistema económico como el canario sin que las economías insulares se vertebren en un mercado regional más o menos eficiente? ¿Qué lo impide?

4. Desempleo estructural cronificado como realidad asumible. O no. Desde principios de los años setenta Canarias desconoce el pleno empleo. La mejor cifra es de 2007: 10% de la población activa en paro, un porcentaje escandaloso en cualquier país desarrollado. ¿Hay que asumir que los desempleados mayores de 55 años no encontrará empleo jamás y actuar en consecuencia? ¿Canarias no necesita urgentemente – con sus disparatadas, sangrantes cifras de paro – una reforma del mercado laboral?.

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