La Provincia - Diario de Las Palmas

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Desirée González Concepción

¡Qué sueño!

A todos nos da pereza irnos a la cama, solemos apurar hasta el último minuto al llegar a casa. Estímulos tecnológicos nos acechan e impiden que nos reunamos con Morfeo. Por la mañana la desidia es generalizada y expresiones como “me muero de sueño” salen de la boca de la mayoría de los mortales. Quizá no conozcamos las consecuencias de este mal hábito; no dormir lo suficiente puede originar problemas cardiovasculares y digestivos, favorece la depresión y la ansiedad, produce dificultades para concentrarnos, puede afectar al sistema inmune…

Es cierto que nos acostamos agotados, sin embargo utilizar las pantallas hasta horas intempestivas no nos beneficia; provoca realmente que empeore nuestra calidad del sueño. No es un secreto que el insomnio se haya convertido en uno de los trastornos más habituales del s. XXI. Dormimos poco y mal; nos cuesta quedarnos dormidos o nos despertamos demasiado temprano. Luego llega lo inevitable, nos levantamos con una sensación de cansancio y pereza existencial, con la esperanza que sea fin de semana para poder dormir algo más.

Nuestro cerebro consume mucha energía y en este estado de celeridad en el que nos encontramos inmersos, en este estado en el que los pensamientos nos dominan, es razonable que nuestra mente precise un descanso. Ciertamente cuando estamos cansados nuestros pensamientos no suelen ser demasiado positivos. Cuando disminuye nuestra energía vital, el ego se apodera de nosotros y entramos en bucle. Entramos en el mundo de la queja, de la negatividad, del juicio,…Como vemos las repercusiones de la falta de sueño afectan también al plano psicológico y emocional.

Hace unos días y gracias al comentario de un amigo, me puse a investigar sobre los beneficios de los “sueños lúcidos”: mejoran la memoria, la creatividad, la concentración y sobre todo nos aportan serenidad. Me llamó mucho la atención la idea de que una persona pueda ser consciente de sus sueños mientras está soñando. Sin embargo me sorprendió más aún que se trate de una capacidad innata al ser humano; los niños y los adolescentes desarrollan estos sueños a menudo pero con los años perdemos tal habilidad. Si alguna vez hemos sentido que lo que estábamos soñando no era real, justamente nos encontrábamos ante un sueño lúcido. ¿Quién no ha soñado alguna vez acerca de un problema que le inquieta? Pues, este caso no se trata necesariamente de una pesadilla; el cerebro se pone a nuestro servicio en busca de la solución a la dificultad. De hecho todos habremos oído la expresión: “por la mañana lo verás diferente”. Pues sí, si tenemos la suerte de entrar en un sueño lúcido, además de encontrar una nueva solución a nuestros conflictos, nos levantaremos más enérgicos y creativos. Seguramente esas personas luminosas que se levantan ligeras, con iniciativa, con ganas de experimentar… esas personas “lúcidas”, tengan la suerte de disfrutar de este tipo de sueños.

Escucho decir a muchas personas con cierto orgullo: “yo nunca sueño”. Soñamos durante todo el tiempo que dormimos, pero simplemente hemos perdido la facultad de recordar nuestros sueños. Rescato ahora una frase del gran director de cine Akira Kurosama: “el hombre es un genio cuando está soñando”. Cierto es que muchos novelistas, inventores, pintores, músicos,… hablan de ciertas revelaciones en sueños que dieron pie a sus magníficas obras.

Resulta lógico pensar que el hecho de vivir medio dormidos haga que nos olvidemos de soñar. Mutitud de “zombies” circulan por el mundo desorientados, sin objetivos. En este “despiste colectivo” la revolución tecnológica aprovecha para tiranizarnos e indicarnos el camino a seguir. Las redes casi nos obligan a rendir pleitesía, nos cautivan y nos reclutan sin ningún tipo de esfuerzo. Entonces desaparecen nuestros sueños y nuestra vida se reduce a perseguir los ideales de unos desconocidos. Según Paulo Coehlo solo hay una cosa que hace un sueño imposible de conseguir: el miedo al fracaso. Yo añadiría que es aún peor perder la capacidad de soñar…Ojalá consigamos dormir bien para recuperar esa ilusión por “soñar” y para recuperar además la enorme virtud de vivir “despiertos”.

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