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Xavier Carmaniu Mainadé

Entender +con la Historia

Xavier Carmaniu Mainadé

Che Guevara, del comunismo al consumismo

Este sábado se cumplen 54 años de la muerte del Che Guevara a manos del Ejército de Bolivia, donde había ido a promover la lucha armada para impulsar la revolución comunista, como ya había hecho antes en otros países. Nacido en Rosario en 1928 y médico de formación académica, durante la época universitaria se implicó con la causa comunista, que le llevó a viajar a diferentes lugares. En México entró en contacto con un grupo de cubanos liderado por Fidel Castro. Se sumó a ellos y en 1959 luchó a su lado para derribar al dictador Fulgencio Batista.

El guerrillero Guevara, convertido en icono pop.

Guevara participó en la implantación del nuevo régimen comunista en la isla y tuvo responsabilidades en el ámbito de la agricultura y de la industria. Ahora bien, su visión revolucionaria no se limitaba a Cuba. Él quería impulsar la expansión del comunismo en todo el mundo. Esta visión internacionalista, y ciertas desavenencias con Castro, le hicieron abandonar los cargos y viajar al Congo, donde intentó actuar como guerrillero, aunque sin demasiado éxito.

Después se trasladó a Bolivia, donde fue mucho más activo. Las acciones de sus hombres pusieron en estado de alerta a la CIA, que ya le había seguido los pasos en África. Ahora que había vuelto a América Latina, la agencia de espionaje no estaba dispuesta a dejarlo actuar en lo que, según la política de Washington de la época, consideraban el patio trasero de Estados Unidos.

Finalmente, Guevara y sus hombres fueron derrotados y detenidos tal día como hoy de 1967. Al día siguiente el revolucionario fue ejecutado a sangre fría, a pesar de que las autoridades bolivianas aseguraron que había muerto durante los combates de la jornada anterior. Como si de un trofeo de caza se tratara, su cuerpo fue exhibido públicamente durante dos días. Después hicieron desaparecer el cadáver para que la tumba no se convirtiera en un santuario para sus seguidores. Como si así se pudiera borrar la memoria colectiva. Más bien ocurrió todo lo contrario.

A partir de ese momento comenzó el proceso de mitificación del personaje. En eso tuvo un papel crucial una fotografía de Alberto Korda. Siete años antes de su muerte, cuando el régimen castrista empezaba a caminar en Cuba, el fotógrafo lo inmortalizó en un plano contrapicado, donde se le ve con aspecto serio, la mirada perdida y tocado con su característica boina.

Cuando el guerrillero murió, el editor Giacomo Feltrinelli utilizó la imagen para ilustrar la versión italiana de su libro póstumo titulado Diario del Che en Bolivia, y además también la convirtió en póster. Su autor, comunista convencido, no puso ningún impedimento porque quería que la figura del guerrillero fuera conocida. Era un momento de enorme efervescencia política y las jóvenes generaciones de Occidente buscaban nuevos liderazgos. Por eso, cuando estallaron las revueltas de París y Praga de 1968, la foto de Korda se reprodujo hasta el infinito.

En realidad se hizo mucho más, porque se adaptó a nuevos formatos y estilos. Uno de los trabajos que tuvo más éxito fue el del artista irlandés Jim Fitzpatrick, que convirtió la foto en una silueta negra sobre un fondo rojo. Aquello fue definitivo, porque la simplificación del trazo y de los colores facilitaba hacer impresiones económicas.

Ahora bien, como es habitual en la sociedad de consumo, aquella imagen que inicialmente se había tomado como un referente revolucionario mutó en una herramienta más para el marketing y la publicidad; hasta el extremo de convertirse en un fenómeno global tanto desde el punto de vista geográfico como de la variedad de productos.

En 2005, el California Museum of Photography hizo una exposición para reflexionar sobre el tema. La muestra –que en 2007 se pudo ver en Barcelona– fue comisariada por la artista Trisha Ziff y reunió más de un centenar de objetos de treinta países diferentes: tazas, encendedores, cortinas, cajas de puros, portadas de discos (como el de Madonna)... por no citar la infinidad de versiones de camisetas con la cara del Che, que la gente se pone sin preguntarse quién era y qué hizo aquel hombre de la barba y la boina.

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