La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Alfonso González Jerez

Retiro lo escrito

Alfonso González Jerez

Mátame dulcemente

Cuando se entristece Noemí Santana acude a Twitter, como antes las matronas acudían en busca de un lenitivo a las iglesias o las jovencitas a la lectura de Corín Tellado. La red social es su oportunidad para la indignación instantánea, su beleño para el consuelo. Es una práctica regeneradora que suelen utilizar muchos cargos de Podemos, como su propia coordinadora general y directora general de Juventud, Laura Fuentes, que opina sin descanso ni prudencia sobre asuntos que desconoce palmariamente. También suelen utilizar el tuiteo para desahogos ideológicos que no siempre pueden o quieren exponer en sus discursos públicos. Siempre, por supuesto, de una manera selectiva. Si Fuentes, pongamos por caso, tuitea rápidamente un caso de presunta corrupción política en el entorno de Coalición Canaria, se cuidará muy mucho de hacer lo mismo cuando, al día siguiente, se abra juicio oral contra un exalcalde socialista de Tenerife. Porque una cosa es denunciar valientemente la corrupción del adversario político (en realidad Podemos no tiene adversarios políticos, sino enemigos a los que hurta cualquier valor humano) y otras poner en un brete al socio mayoritario del Gobierno del que forman parte.

El Gobierno autonómico que se constituyó en julio de 2019 se enorgullecía de proclamar como su principal seña de identidad progresista sus (futuras) políticas sociales. Y en efecto: era un equipo gubernamental que ponía en marcha (y sobre todo anunciaba) políticas sociales sin jamás explicitar cuál era su política económica. Era un Gobierno, en definitiva, más atento a la redistribución de la riqueza que a las condiciones de creación de la misma, sin entender programáticamente que existían reformas imprescindibles sin las cuales la disminución sustancial de la desigualdad (por ejemplo) deviene imposible. Podemos se reservó la Consejería de Derechos Sociales y pese a algunas reservas en la dirección del PSOE, el presidente Ángel Víctor Torres no puso ninguna oposición importante. Previamente, sin embargo, había insistido en una regla elemental tanto a NC como a Podemos y a ASG: no habría cruce de cargos. Desde un punto de vista partidista, los departamentos serían compartimentos estancos (con posterioridad se produjeron algunas contadas excepciones) porque así (supuestamente) se evitarían conflictos y se ganaría en operatividad. Esta circunstancia ha servido para que la gestión de la Consejería de Derechos Sociales (entre mala y mediocre en una etapa económica y socialmente agravada por la pandemia) haya quedado como responsabilidad de Podemos. El Gobierno que presumía de una excepcional sensibilidad social ha fallado en gestionar con eficacia y eficiencia políticas y programas con más recursos económicos y más personal administrativo que antes, y ni siquiera ha sabido tejer complicidades con los agentes, organizaciones y entidades del mundo de la asistencia social en las islas.

Por supuesto, Torres no ha tomado ni tomará ninguna medida contra Santana y sus compañeros. El apoyo electoral a Podemos es decreciente en Canarias según elecciones y encuestas desde hace casi un lustro. El PSOE vampirizará electoralmente a Podemos, matándolo dulcemente, lo que le servirá para aguantar mejor el previsible desgaste en las urnas de cuatro duros y complejos años en el poder. Mientras la caída demoscópica de Podemos a nivel nacional se confirma encuesta tras encuesta surge como penúltima posibilidad el liderazgo de Yolanda Díaz, ministra de Trabajo y ex dirigente de IU, sobre una amplia coalición de izquierdas, en la que Podemos no tendría un ascendente central ni decidiría unilateralmente estrategias y candidaturas. En esa situación la fortaleza local y la implantación municipal sería fundamental para la supervivencia de la marca y Podemos, en Canarias, es singularmente débil en los ámbitos municipales. Han gestionado mal en el gobierno, han gestionado mal en el partido, y siempre por la misma razón: creer que tienen razón siempre.

Compartir el artículo

stats