La Provincia - Diario de Las Palmas

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Ángel Tristán Pimienta

El desafío de la reconstrucción tras el volcán

Muchos dicen que todavía no toca hablar del ‘después’ del volcán; que lo importante es centrarse en las tareas urgentes, mientras aún sale lava del cono nuevo y de las grietas, y las cenizas llegan a América, vía aérea: rescatar cultivos, conseguir casas para los que las han perdido enterradas en lava; montar plantas desaladoras para dar agua a las plataneras…. Pero ya hay quienes plantean mirar hacia lo lejos.

«No nos queda más remedio a los palmeros – me dice uno afincado en Gran Canaria- que en medio de tanto dolor, inmersos en la catástrofe, con el miedo en el cuerpo y rodeados de dramas…pensar en cómo afrontaremos el futuro y ponernos a ello». Otro palmero, el catedrático de Veterinaria de la ULPGC Antonio Fernández, ‘Premio Canarias de Investigación’ 2008, plantea «una gran reflexión» en la que los expertos y las mentes más lúcidas de Canarias traten de encontrar también en esta crisis una oportunidad de futuro. «Hay que repensar todo. Nuestro modelo económico actual quizás tenga que ser otro con mayores horizontes».

Hace décadas que esta cuestión está ‘sobre el tapete’; pero no se le mete mano. O cerebro. El negocio platanero entró en crisis en el Archipiélago hace décadas. En Gran Canaria desapareció casi del todo. Se conserva en pequeños ‘oasis’ diseminados por el norte. La imagen de los bancales abandonados cuyos muros se desmoronan entre otras razones por la burocracia de las administraciones, es desoladora.

En Tenerife también se sufrió una fortísima reducción. El Valle de la Orotava es la mejor imagen del cambio de los tiempos. Los plátanos han sido sustituidos por chalés. El turismo, claro, primero en Puerto de La Cruz y luego en el Sur, permitió resistir el golpe. Fue la fuente alternativa en el PIB.

La Palma es reserva de la biosfera. La ‘isla bonita’ en la que aún los plátanos son la mayor fuente de riqueza. Y no solo eso: es además de un paisaje, una forma de vida. Una seña de identidad. Pero ya no es lo que era: antes daba cuartos, ahora depende de las subvenciones como RUP de la Unión Europea. Y cada vez que se negocia en Bruselas y en Estrasburgo un nuevo Presupuesto UE vuelve la preocupación. Tiembla La Palma.

Mientras, en los supermercados peninsulares, y en los europeos, el banano va desplazando al plátano isleño gracias a unos precios contra los que no se puede competir. La superior calidad del plátano canario no es suficiente para mantener los mercados.

«Yo no sé si lo que exportamos es plátano o agua», se comentaba el otro día en una tertulia. No exagero: hace cincuenta años el debate ya estaba planteado. Sin embargo, mientras el sector primario caía en picado, el terciario se convertía en el futuro. El turismo de masas, fundamentalmente nórdico y centro europeo entonces, que empezó en los años 60, ha ido extendiéndose por todas las islas… Por la ley de vasos comunicantes ha ido ocupando el suelo agrícola que se ha ido abandonando.

La solución para La Palma, y para las demás islas, no debe consistir en una sustitución radical. El plátano construye paisaje, ya se ha dicho, y es un icono de nuestra economía. Maltrecho, pero icono. En Gran Canaria ya se detectó el problema en los años 60: no había agua para tantas fanegadas. La Granja Experimental investigó sobre el riego por goteo que sustituyera el riego a manta. El Cabildo financiaba la sustitución. Pero ni con esas. Menos mal que el turismo llegó en el momento justo. En el ‘boom’ de los 60.

Quizás haya que explorar nuevos cultivos tropicales, ahora muy en boga, con una política insular que respalde la conexión de la agricultura (y los vinos y los quesos y la artesanía, ya puestos…) con la industria turística. Antes de la pandemia fueron 14 millones los europeos que visitaron las Islas Canarias. Hay complejos hoteleros que han apostado por productos canarios en sus cartas. No será suficiente pero algo es mucho más que nada. Ante la oleada de solidaridad nacional por la catástrofe del volcán decía un palmero: «Si quieren ayudar a La Palma que consuman plátanos canarios».

La ‘Isla Bonita’ tiene grandes contrastes. Una agricultura platanera anclada en la tradición, con un fuerte componente familiar, y, ‘vigilando’ el cosmos, el ‘Roque de los Muchachos’, donde la ciencia estudia y escudriña los misterios del Universo. Y en medio, algunas iniciativas y muchas ideas.

Quizás esta catástrofe que estamos viviendo, en realidad todo el mundo y en directo la contempla y se asombra y se atemoriza ante la furia desatada de las fuerzas de la Naturaleza, sea el ‘punto crítico’ que sirva de palanca para ponerse en serio y sin vuelta atrás a estudiar el ‘post volcán’.

La idea de que el Gobierno de Canarias y el Cabildo Insular de La Palma convoquen una ‘cumbre’ de expertos al mayor nivel para estudiar desde todos los ángulos posibles la reconstrucción y enlazar lo urgente con lo importante, y definir, incluso, una estrategia ‘ad hoc’ para las islas volcánicas, debería ser una de las prioridades del abanico de respuestas. Con los Presupuestos ‘oyendo’ la conversación. En tiempos de pelotazos la planificación tiene influyentes detractores, que van a lo suyo, pero es la mejor manera de no repetir errores y de no tirar el dinero a la fajana.

Pero hasta entonces, a comer plátanos palmeros y a hacer turismo. Con el volcán estallando o cuando se apague. Las dos cosas son una experiencia única.

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