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Alfonso González Jerez

Retiro lo escrito

Alfonso González Jerez

El PSOE paga la deuda

Desconfío de la expresión patriotismo de partido, como descreo de cualquier patriotismo y su alcantarillado semántico. Pero puede admitirse como una dulce hipocrecía. Leo a hermeneutas de derecha e izquierda garrapatear análisis sobre el espectáculo de luz y sonido del XL Congreso Federal del PSOE y los orígenes de la renovada unidad del partido bajo el hiperliderazgo de Pedro Sánchez y no encuentro la explicación más obvia. El partido está unido porque tiene el poder. Tiene el poder en España y tiene el poder en numerosas comunidades autonómicas y ayuntamientos. El PSOE le debe haber regresado al poder a Sánchez y ya era hora de que pagara la deuda. Puedes estar durante años recordando sus sablazos, sus mentiras y falsedades, su aventurismo, su diligente sinvergüencería y sus apuestas inescrupulosas. Pero al final de terminas rindiendo porque gracias a todo eso, gracias a traicionar convicciones socialistas de siempre y de no rechazar populismos degradantes, gracias a lo que ha representado el sanchismo desde hace cuatro años, precisamente, el PSOE ha conseguido estar y permanecer en el poder. Al final todas las lealtades y simpatías gravitan alrededor del sol que te ilumina la poltrona, que nos ha rescatado de la insignificancia, que nos permite seguir en marcha y mantener a pleno funcionamiento esta maravillosa maquinaria de marketing político, que curiosamente no se dedica a transmitir o exaltar argumentos, ni propuestas, ni análisis, sino a publicitarse sí misma. El patriotismo de partido es una forma respetable de denominar a la adhesión acrítica y desmemoriada al triunfo. El patriotismo del partido es compartir entusiásticamente el éxito milagroso de una organización política que hace un lustro parecía en vías de obsolescencia acelerada, desgastado, semirroto, carente de cualquier relato u oferta legitimadora y en polvorienta decadencia en sus dos principales graneros electorales, Andalucía y Cataluña.

Curiosamente esa maquinaria prodigiosa se ha dedicado, entre otras funciones, a abonar y justificar la polarización ideológica, desde un malestream progresista que atraviesa el espacio público español alimentado por periódicos, televisiones, productoras, tertulianos y chistosos, y sin embargo, en el Congreso Federal no se ha debatido sobre una puñetera idea, por diminuta que sea. Las ponencias se limitaron a poco más que a ordenar gramaticalmente las consignas. Lo importante de la celebración eucarística ha sido la propia ceremonia, en especial, cuando las encuestas empiezan a torcerse seriamente y todos los sondeos, salvo los de Tezanos, indican que el PP está tomando la delantera en la intención de voto. Hasta a Felipe González invitaron a hablar, y Felipe lo hizo: uno sospecha que por una penúltima vanidad antes que por una convicción básica sobre un proyecto político que muy dudosamente puede identificar con el suyo.

La organización canaria no se puede quejar. No ha empeorado sustancialmente, pero tampoco ha mejorado demasiado. Finalmente Nira Fierro no entró en la comisión ejecutiva federal; su destino será un fortalecimiento político de su posición en la dirección regional o en el Parlamento. En realidad dos de los tres isleños que se incorporan a ejecutiva federal lo hacen designados por Sánchez: Héctor Gómez –que ya estaba ahí – como miembro nato al ser portavoz en el Congreso de los Diputados, y Carolina Darias, la ministra de Sanidad, que sigue siendo tratada por el Altísimo como una pieza política cargada de futuro. Cuatro compañeros en el comité federal – máximo órgano entre congresos – no está mal, pero se trata de un órgano más tenuamente representativo que otra cosa, en especial en etapas de tranquilidad y pacificación interna. Como Sánchez, Ángel Víctor Torres tendrá las manos casi libres para elegir su dirección, y si a alguien le molesta demasiado y Torres no puede tranquilizarlo, que salga, pero que no apague la luz: la oscuridad está allá fuera.

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