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Reflexión

El cumple de Adán Martín

Adán Martín es, esencialmente, un prototipo de hombre bueno. Sobre todo. Con esas diez palabras bastaría para definir su perfil más importante, el que más vale y cuenta.

Además, fue ocho años concejal, consejero y presidente de los gobiernos de Tenerife y Canarias durante 20 años.

Vivió apresuradamente más de un siglo en 67 años; y sigue de alguna manera en ello. Leyó toneladas de papel. Escuchó interminablemente lo que no estaba ni escrito (de ahí sus peleas con el reloj). Y engañó al cansancio con microsiestas intermitentes, para que ningún esfuerzo se le hiciera cuesta arriba o le privara de darse al máximo.

No fue ni es de esos estoicos que aspiran a aceptar el mundo como es para alcanzar la pacífica placidez. Ni de esos liberales enamorados de la libertad del no hacer nada o de hacer lo mínimo y de que nadie les imponga límites. Pero, hiperactivo, no persigue imposibles y por eso siempre se iba (y va) al futuro a buscar las piedras con las que cimentar cada presente.

No se entretuvo apenas frente a las maldades personales que le cruzaron en el camino, no se si por no no distraerse de lo importante o porque siempre supo que no hay mejor desprecio que no hacer aprecio; o por ambas cosas. Lo cierto es que no encontró tiempo para perderlo en odio y sí para ganarlo en obsequios de ternura atenta con el menos pensado y en ordenar con paciencia franciscana la escucha a todos como nutriente de decenas de planes comunes y generosos, que le dieron justa fama de ser un gobernante atípico. Programas y empeños que aún hoy siguen dando frutos, casi anónimos, callandito, dos décadas después.

Como el Jesus de Belén, no era infalible. Y también le negaron deslealmente, en momentos difíciles y críticos, algunos muy próximos, de esos que él más ayudó, impulsó y quiso. Se cubrieron de vergüenza histórica y una cierta justicia poética los ha venido al fin a poner en su sitio, más que ínfimo.

Y con todo, con la duda constante como doloroso método de vida y herramienta de conocimiento, fue un hombre muy afortunado. Mucho.

Y, con humildes minúsculas, magnífico. Tanto o más. De esos exploradores que encuentran la dicha en abrir hermosos caminos por los que ahora transitamos mejor todos.

Hermano siempre, jefe con guante de seda y amigo sin fondo, desprendido y olvidadizo de lo malo, cada minuto con él era y es un regalo, que aún busco y persigo.

Murió aparente y prematuramente a los 67 años. O eso cree la gran mayoría.

Adan Martin nació un 19 de octubre, como hoy, hace 78 años, ¡Felicidades! .

Adán

Hablamos y hablamos

muy, muy vivamente.

Y en ésas, sin embargo,

me despierto somnoliento.

No sé dónde.

Miro y escucho.

Ha de ser dentro de un sueño,

porque no estás.

Vuelvo a mirar.

No te encuentro.

Cierro los ojos y duermo

para que volvamos a hablar.

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