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Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

Tangana le come el coco al deán

Podría haber sido una vía de la Iglesia para llenar la hucha, pero ha acabado en un acto de purificación, conversión o penitencial para pedir perdón por el pecado cometido. No sabemos si el Arzobispado devolverá a C. Tangana los 15.000 euros que pagó por poder grabar en la catedral de Toledo, acompañado de Nathy Peluso, el vídeo Ateo. Siglos atrás, con el Santo Oficio de la Inquisición, el baile de ambos por el templo hubiese supuesto un auto de fe en toda regla en la plaza pública. Pero como los tiempos cambian, el poder omnímodo tiene que contentarse con una autoflagelación colectiva por permitir tal desmán lujurioso. ¿Y qué harían con el deán al que Tangana (estudió Filosofía en la Complu y le encanta el maestro Nietzsche) le comió el coco? Seguramente iría a parar a la crepitante hoguera por confundir la letra: «Yo era ateo, pero ahora creo. Porque un milagro como tú ha tenido que bajar del cielo». Donde el eclesiástico dimisionario vio nada menos que un canto a la conversión, la cúpula ha observado una invasión de lo profano que ha hecho crujir el andamiaje, que aún no está para estos trotes pese a todo lo que ha caído desde los tiempos en que Roma era Roma. Uno se queda perplejo por la miopía (e ingenuidad) del deán al cerrar el acuerdo con C. Tangana, pensando que Torquemada era un cuento y que las fuerzas vivas que custodian las esencias no se iban a retorcer de indignación. Pero gracias a este individuo que nos recuerda a la curia heterodoxa que recorre la obra galdosiana, tenemos constancia de que todavía hay submundos que, lejos de la extinción, siguen dispuestos a exhibir su patrón de autoridad. Y lo peor de todo esto es que amartillados en sus dogmas pierden la oportunidad de ventilarse, y de paso aumentar el cepillo para poder tapar las goteras de unas catedrales magníficas, símbolos del patrimonio cultural. Ni esto último ni los principios se iban a perder por la actuación de Tangana y Peluso. Todo lo contrario. Una pena, hubiese sido un cisma, una señal pertubadora en las tinieblas.

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