La Provincia - Diario de Las Palmas

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Volando bajito

Marisol Ayala

Sorpresas de alcoba

Las ciudades, la nuestra no iba a ser una excepción, guardan sus nombres propios, sus comercios propios, su vida propia y aunque la historia se empeñe en ignorarlos ahí están los vecinos para recordarlos. Hace 14 años un reportaje publicado en esas mismas páginas, es decir, un domingo de los de antes, cuando los diarios eran páginas de fiestas. La no crisis del papel permitía entonces la generosidad de las páginas /sábanas, en las que el punto final era una heroicidad, como poco, cinco o seis horas pegada al teclado, una excursión interminable. Aquellas dos páginas de reportaje llegaron a mis manos por un hijo curioso que un día me habló de un comercio el que supo que acudía su padre a comprar regalos, “juguetes picantes”, decía él, para jugar con mamá. De una corsetería, de eso hablo. No me dijo como se enteró porque mi amigo debía ser un chiquillaje cuando conoció el secreto de de sus papis. Luego supe que el origen del reportaje estaba en un comentario que escucho en casa. Creo que fue su madre la que se lamentaba: “Cariño, cierra la corsetería… de los conjuntos picantes,” comentó. Ahí supo que su padre era un buen y veterano cliente del negocio. Indagó y supo lo que había que saber, nada más. Pero nos faltaban cartuchos para disparar con certeza. Siempre he pensado que nos une la forma de ver la vida, de reírnos muchos incluso de otros amigos a los que queremos pero en quien reconocemos a personas tan queridas como alejada de nuestra forma de ser. Mi amigo es, aunque él no lo crea, una persona tímida, ni los años han vencido esa timidez. Una de tantas amanecidas me contó los secretos de sus padres y yo hice un reportaje. Ayer una bisnieta de la fundadora de la corsetería en cuestión me pidió una copia de ese trabajo.

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