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Manolo Ojeda

Cartas a Gregorio

Manolo Ojeda

La historia de Valeriano

Querido amigo, Valeriano era un canario que, como tantos otros, se fue a hacer las Américas a principios del siglo pasado. Allí trabajó duro hasta hacerse con una pequeña fortuna que le permitió volver a La Palma, su isla natal, y comprarse allí unos terrenos para plantar viñas y plataneras.

En medio de la finca se construyó una bonita casa prefabricada donde pasaba la mayor parte de su tiempo, compartiéndola con un piso en Fuencaliente propiedad de sus padres donde seguían viviendo sus hermanos.

Pero un mal día del año 1971 entró en erupción el volcán Teneguía, arrasando con más de dos kilómetros de plantaciones y algunas casas, aunque no la prefabricada de Valeriano, que tuvo tiempo de desmontarla y llevársela a un almacén de plátanos de Fuencaliente.

Luego, pasado más de un año y cuando ya las coladas de lava se habían enfriado y la zona se convirtiera en un atractivo turístico, localizó sus terrenos para ir a montar de nuevo su casa, pensando en hacer un sorribo que le permitiera volver a cultivar sus tierras. Pero se encontró con que el Ayuntamiento, tras haber declarado la zona como reserva natural, se las había expropiado pensando en construir después las oficinas de un centro turístico.

Así que, con todo el descaro del mundo, le ofrecieron una indemnización de tres mil pesetas, que Valeriano no quiso aceptar.

Finalmente decidió plantar por su cuenta una cepa de vid en aquel mismo lugar, por el que tanto había luchado y soñado, un terreno de lava que visitó asiduamente para cuidar su querida vid, hasta el final de sus días.

Lo importante de esta historia no es que sea cierta, sino que pueda serlo para los palmeros que sean expropiados de sus tierras y sus casas por las autoridades, después de que la lava del volcán de Todoque las sepultaran junto a todas sus pertenencias.

Es como si hubieses comprado un trozo de tierra en el cementerio, como hacen algunas personas, y, de repente, el ayuntamiento recalifica el camposanto para convertirlo en zona protegida. Pero, como quiera que estás enterrado allí y no se te puede ver, te lo expropian.

Exactamente lo mismo pueden hacer con las casas y los terrenos de los palmeros, pero con el agravante de que es como si los enterrasen vivos junto con sus casas, tierras y vivencias.

Es eso lo que se están temiendo nuestros paisanos, como hemos podido ver en un programa de Antena Tres, y de que, a pesar de las muestras de solidaridad y las promesas millonarias del gobierno, todavía no han recibido ni un euro.

La erupción del volcán de Cumbre Vieja es uno de los mayores desastres naturales ocurridos en los últimos cien años, aunque, seguramente, nos dará una gran oportunidad para conocer mejor y aprender más sobre las características de nuestro planeta, pero, a un precio que no solo deben pagar los palmeros.

Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.

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