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Luis M. Alonso

Sol y sombra

Luis M. Alonso

Pulsos políticos

El fenómeno Yolanda Díaz en la izquierda es, al igual que el fenómeno de Díaz Ayuso en la derecha, un motor impulsado por quienes a un lado y otro creen y mantienen que solo un liderazgo claro y desacomplejado permitiría obtener mayor rédito electoral. Por contra, ni Sánchez ni Casado, dos vidas políticas paralelas, suscitan verdadero entusiasmo entre los creyentes. Ya no digo entre los incrédulos. Están asociados, respectivamente, al fracaso y a una falta evidente de respuesta.

La ministra de Trabajo y la presidenta de la Comunidad de Madrid parecen cabalgar solas, producen inquietud en el seguidismo exclusivamente partidista pero una mejor impresión en la opinión pública. Otra cosa es que la evanescencia en la que se mueve la política haga que estos liderazgos, que asoman en los sondeos, terminen por esfumarse en las voluntades de los españoles. Puede que en la izquierda, por razones propias del desgaste del Gobierno y de la lucha interna que ya ha empezado a aflorar por culpa de la reforma laboral, resulte mayor la transitoriedad. En cualquier caso, tanto en la dirección de Unidas Podemos como en la del Partido Popular se recela del influjo que despiden sus dos valores emergentes. El motivo hay que buscarlo, como siempre, en la teoría de que el adversario se halla fuera mientras que el enemigo aguarda en casa dispuesto a aparecer cada vez que una amenaza se cierne sobre los intereses particulares de los aparatos de los partidos. En la izquierda es a dos bandas: una discusión de la reforma laboral que en el PSOE se entiende como un pulso hegemónico por parte de Yolanda Díaz que, a su vez, ha desafiado al orden establecido y bastante resquebrajado ya de Podemos. En la derecha, la guerra fría que libran los partidarios de Díaz Ayuso con Génova por celebrar cuanto antes el congreso del PP madrileño se observa como un amago de destronar a Casado, que no suscita entre los votantes de la derecha lo que se dice frenesí.

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