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Xavier Carmaniu Mainadé

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Xavier Carmaniu Mainadé

Amapolas y trincheras

Hoy se conmemora el fin de la Primera Guerra Mundial. En el Reino Unido y otros países, la efeméride, llamada ‘Remembrance Day’, se simboliza con una flor roja, que tiene su origen en un poema escrito en el campo de batalla.

Estos días, el Reino Unido se llena de amapolas, y no porque florezca la primavera. Son el símbolo que se utiliza para recordar a las víctimas de la Primera Guerra Mundial, que terminó el 11 de noviembre de 1918, cuando los dos bandos firmaron el armisticio. Desde el año siguiente se empezó a conmemorar la efeméride llamada Remembrance Day, que tiene como símbolo esta pequeña flor roja. Todo empezó gracias a un poema escrito por el médico militar canadiense John McCrae.

Cuando estalló la guerra, el inicio del conflicto se recibió con un estado de euforia general. Los hombres marchaban sonrientes y convencidos de una victoria inmediata. Sin embargo, pronto todo aquel romanticismo del mundo marcial quedó sepultado entre el barro de las trincheras, los agujeros de los obuses y los gases venenosos que se lanzaban unos contra otros. Miles y miles de hombres morían cada día solo porque los generales querían intentar arrebatar al enemigo unos metros en medio de la nada.

La vida en las trincheras causó una profunda impresión a todo el que la vivió. Algunos lo intentaron exteriorizar con palabras, como el doctor McCrae, que después de ver cómo su mejor amigo caía en combate en 1915 escribió un poema que empezaba así: «In Flanders fields, the poppies blow, between the crosses row on row» (En los campos de Flandes, las amapolas se mueven, entre hileras de cruces). En cuanto se publicó en la revista Punch se popularizó tanto entre los soldados como en la retaguardia, porque expresaba el sentimiento de pérdida de los hombres en el campo de batalla y reclamaba que se recordara para siempre a los fallecidos.

La primera que tuvo la idea de materializar las amapolas de Flandes en un distintivo para homenajear a los caídos fue la estadounidense Moina Michael. Era una profesora de Georgia que durante el conflicto viajó a Europa como voluntaria y, a partir de 1918, inspirada por el poema de McCrae, se confeccionó una amapola que llevaba siempre en la solapa. Además, hizo campañas para que la flor se adoptara como símbolo en los países aliados. Así fue como, a partir de la década de los 20, fue ganando protagonismo a ambos lado del Atlántico hasta convertirse en elemento clave de los actos de conmemoración. Estos días, allí donde se realizan ceremonias, se pueden ver ofrendas florales en forma de coronas de amapolas.

En el caso del Reino Unido, la entidad que vela por los veteranos de guerra es la Royal British Legion. Con el paso de los años y los conflictos, el Remembrance Day se ha convertido en una jornada para glorificar a todos los muertos en combate de todas las guerras donde ha participado el Ejército de Su Majestad. Una de las acciones más llamativas que se lleva a cabo tiene relación con el fútbol. Coincidiendo con esta efeméride, cada año se pide a los equipos británicos que luzcan la amapola en las camisetas, que luego suelen subastarse para destinar las ganancias a los proyectos de la entidad.

Sin embargo, esta propuesta no siempre ha sido bien aceptada por todos. La afición del equipo escocés del Celtic de Glasgow, en 2010, protestó porque sus jugadores la llevaban. Querían mostrar su rechazo a la participación británica en las guerras de Irak y Afganistán. En este sentido el caso más impactante es el de James McClean, que se ha negado a vestir la camiseta con la amapola como una forma de denunciar el papel de las fuerzas armadas británicas en su tierra natal: es hijo de Derry, Irlanda del Norte. Por esta decisión, el deportista –que actualmente milita en las filas del Wigan– ha recibido amenazas de muerte e incluso es silbado por los seguidores de los equipos en los que ha jugado desde que se incorporó a la Premier League, en 2012. Lo mismo le ocurre al serbio Nemanja Matic desde que, en 2017, fichó por el Manchester United. En 1999, las tropas de la OTAN (formadas en parte por británicos) bombardearon su pueblo natal, Vrelo, cuando él tenía 12 años, algo que como es lógico le marcó profundamente.

Tanto uno como otro han declarado en múltiples ocasiones que respetan la memoria de los caídos en las guerras mundiales, pero que no quieren participar en acciones pensadas para enaltecer el papel de un Ejército que, como todos los del mundo, tiene tantas luces como sombras.

crueldad

Una neumonía mortal

John McCrae, que había nacido en Ontario en 1872, nunca pudo ver florecer sus amapolas un 11 de noviembre. El médico y militar murió el 28 de enero de 1918 a causa de una neumonía. Él, que había tratado a tantos heridos y enfermos desde que había sido movilizado en 1914, no superó las durísimas condiciones de una guerra de una crueldad inimaginable.

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