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Desirée González Concepción

‘Encuentra tu persona vitamina’

Cuando era pequeña mi madre repetía una y mil veces que había que comer fruta, «que tenía muchas vitaminas». Recuerdo que los niños tomábamos fruta a la hora del recreo y en la merienda. Hoy los adultos solemos recurrir en momentos de mucho trabajo o de estrés a los famosos complejos vitamínicos, que aunque no resultan milagrosos, parece que nos ayudan a recuperar parte de nuestra fortaleza. Deberíamos saber que muchas vitaminas contribuyen al buen funcionamiento del sistema nervioso y del sistema inmunitario, estaremos de acuerdo pues, que sería conveniente incorporarlas en nuestra dieta diaria.

Marian Rojas Estapé nos habla de otro tipo de vitamina que quizá tenga más beneficios que aquellas tradicionales. La doctora Rojas escribe un libro precioso, repleto de consejos de gran utilidad para nuestro día a día: Encuentra tu persona vitamina. Un libro que insufla un chute de energía al lector y le ofrece claves para rodearse de personas que le aporten alegría y buen humor. Un libro que también propone cómo reconocer a aquellas personas denominadas «tóxicas».

Nuestra psiquiatra más popular con un lenguaje ameno y espontáneo nos explica el funcionamiento del cerebro ante estímulos externos. Sabemos que los seres humanos somos seres sociales y estamos destinados a convivir y querernos. Está claro que en estas relaciones existen dificultades y muchas veces culpabilizamos a una de las partes implicadas, quejándonos del carácter o la personalidad de la otra persona. Marian introduce una nueva variable, la bioquímica. Me resultó apasionante comprender que además de las vivencias y las emociones de cada persona, en las relaciones con los otros interviene enormemente la bioquímica propia de cada organismo. La oxitocina es la protagonista principal de muchos capítulos del libro y, desde luego, este primer papel está totalmente justificado. La oxitocina o «la hormona del amor» influye en nuestra sensación de placer y bienestar. Cuando aumenta esta hormona, tendemos a ser más generosos y empáticos. Sin embargo, cuando nos sentimos estresados o preocupados disminuye la oxitocina y aumenta el cortisol en sangre. Es por ello que muchas personas no puedan dedicarse a los demás porque ese cortisol elevado los mantiene constantemente en estado de alerta, involucrados tan solo en sus pensamientos. Interesante también la relación inversamente proporcional que se establece entre la testosterona y la oxitocina; la doctora comenta que los hombres con mayores niveles de testosterona presentan niveles de oxitocina bajo mínimos. Entenderemos ahora la falta de empatía y de comunicación que se asocia muchas veces al sexo masculino.

Considero muy valiosos los capítulos que la doctora dedica a la figura de apego. Marian explica que la forma en cómo percibimos que nos quisieron en la infancia, define la forma de relacionarnos en la edad adulta. Sin duda, un sistema de apego seguro ayudará a superar adversidades en el futuro. Está claro que un niño que es querido por sus padres, crecerá sintiendo que es digno de amor. No obstante, somos conscientes que muchas personas han sufrido un apego inseguro, provienen de familias que no han estado disponibles y por diferentes causas esos niños no han recibido el cariño necesario. Siendo ya adultos reconocen un vacío interior que les conduce a buscar constantemente vías de escape (alcohol, drogas, sexo, consumismo excesivo, redes sociales,..). La doctora Rojas nos ofrece una buena noticia: se pueden sanar las heridas del pasado. Expresar nuestras emociones es el primer paso para aliviar las heridas causadas por un apego inseguro en la infancia. Con la ayuda de un terapeuta, resultará necesario reconciliarse con el pasado para empoderarnos y aprender a querernos abrazando nuestras imperfecciones. Solo entonces, aprenderemos a sentirnos merecedores de amor y contaremos además con la capacidad de amar a los otros.

Me encanta la visión de la doctora Rojas en lo que se refiere al plano sexual. Afortunadamente, el sexo ha pasado a ser un asunto público, del cual mucha gente puede hablar de forma abierta sin ningún tipo de pudor. Lo que no me parece tan adecuado es que hablar de amor se vaya convirtiendo en tabú. Es muy común encontrar personas hérmeticas que son incapaces de expresar sentimientos y emociones. Parece que vamos aislando el corazón y sin embargo, el sexo ocupa gran parte de nuestras conversaciones. Es importante entender que muchas personas buscan el sexo, básicamente, para sentir el contacto, el abrazo o la cercanía de otra persona… quizá en un afán inconsciente por resarcir esa carencia infantil. Enamorarse implica tiempo, esfuerzo, constancia, paciencia, cercanía… En el caso del sexo casual, todo resulta instantáneo, pero presenta contraindicaciones ya que con el tiempo genera una sensación de vacío. Las personas que lo practican se vuelven adictas y necesitan esas descargas de dopamina constantes para subir su autoestima. Nos considerarnos felices cuando nos sentimos queridos y, sobre todo, cuando nos sentimos en paz. Sinceramente pienso que las relaciones fugaces no son capaces de suscitarnos demasiada paz.

La doctora Rojas ofrece unas pautas para elegir esa pareja vitamina. Según ella, es necesario examinar el perfil de la persona con detalle. Sin duda algo complicado porque cuando una persona nos encandila, la corteza prefrontal se desactiva y es más difícil analizar y tomar decisiones. Sin embargo, me parecen muy oportunas las preguntas que nos propone Marian, preguntas que deberíamos hacernos ante esos primeros compases de cualquier relación ¿Me conviene? ¿Me hace ser mejor persona? ¿Encaja conmigo?

Sería necesario respondernos con sinceridad antes de engancharnos a una persona que pueda resultarnos tóxica. La doctora Rojas expone perfectamente cómo actúan esas personas en nuestra vida. Una persona tóxica activa nuestro sistema de alerta y nos saca de nuestro centro, una persona tóxica consigue que el cortisol nos invada. Las personas tóxicas nos generan rechazo, incomodidad, nos alteran y no aportan nada positivo en nuestras vidas. El problema surge cuando nos cuesta separarnos de estas personas, cuando entramos en un círculo de dependencia emocional hacia ellas. Debemos protegernos de este tipo de personas, pero debemos también comprender que una persona tóxica es una persona que no se ha sentido querida y arrastra una gran frustración emocional. Probablemente haya sufrido el vínculo con un padre o una madre tóxica y haya normalizado la situación. Sin duda la distancia es un gran método para recuperarse de la herida de una persona tóxica.

Por fortuna existen muchas «personas vitamina». Son personas que poseen un gran sentido del humor, capacidad de escucha, alegría, amabilidad, emanan oxitocina y se vuelven como un imán para los otros. Las personas vitamina aplauden nuestras ideas, irradian entusiasmo y nos levantan el ánimo. Estas personas sacan lo mejor de ti, te apoyan y te impulsan a ser mejor cada día. Desde luego, rodearse de personas vitamina resulta un antídoto perfecto contra esta «enfermedad» del s iglo XXI que tantos males origina: la falta de autoestima.

Pienso que es esencial resolver el pasado y entender que todos podemos convertirnos en persona vitamina. Ofrecernos mimos, autocuidado y relaciones de calidad, son recursos a nuestro alcance y que pueden compensar algunas carencias de la infancia. Además los abrazos, los masajes, el ayudar a los demás, la gratitud, la meditación, el buscar la risa,… generan oxitocina en nuestro cuerpo y repercutirán inmediatamente en nuestro estado de ánimo. Después de saborear este exquisito manual de vida, manual que todos deberíamos leer, se me ocurre aconsejarte que mientras incorporas personas vitamina en tu vida, «sé tú la persona vitamina que quieres ver en el otro».

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