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Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

Alberto Rodríguez y los excompañeros

Ahora que se celebran los cien años de PCE y puede (o no) que salgan a la luz las luchas intestinas que lo desangraron, causa curiosidad ver al exdiputado Alberto Rodríguez quejarse del nulo respaldo que recibió por parte de Podemos para que la presidenta del Congreso no le retirara su acta. Se confirma una vez más que la izquierda suele resolver estas cuestiones peor que la derecha, que lo hace y punto: le importa un pimiento crear una granja de mártires. Los otros, en cambio, funcionan igual, pero tratan de camuflar sus vergüenzas y sus razones estratégicas.

A tenor de lo manifestado por el tinerfeño en el programa Salvados, lo dejaron más sólo que la una frente a la dudosa aplicación de la sentencia del Supremo. ¿Por qué? Probablemente la explicación estaría en torno a los argumentos que hubiese dado cualquier comité central: la oportunidad, el momento histórico, los intereses del partido, la lucha electoral... Todas esas cuestiones que suelen atender poco o muy poco a la humanización de la política. En el mismo programa, entre las opiniones recogidas por Gonzo, el articulista Enric Juliana se mostraba crítico con la frialdad aplicada con Alberto Rodríguez. «Sólo con una despedida era suficiente», afirmó en referencia a Meritxell Batet y el resto del Congreso. Pero un reconocimiento por los servicios prestados -algo que suena fatal pero que parchea la tristeza- no fue solicitado ni por su propio partido, por lo que menos lo iba a hacer el PSOE por iniciativa propia. A tenor de juristas entendidos y selectos a la hora de separar las semillas del diablo que suelta la alta magistratura, el TS ha hecho una marranada con el diputado Alberto Rodríguez, ¿pero qué se puede decir entonces de los que deberían hacer gala de otro comportamiento y, sin embargo, sorprenden por su aquiesciencia frente a la orden? Parece que los enemigos de Podemos han matado dos pájaros de un tiro: desarticulado y humillado su señoría, y queda al desnudo para mayor reconocimiento del común las mañas de la izquierda al desprenderse del señalado.

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