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Javier Cuervo

Artículos de broma

Javier Cuervo

La presbicia y “Los Secretos”

En la primavera en que florecieron los almendros prematuramente y hubo un intento de golpe de Estado sonaba en los 40 Principales «Déjame», el primer éxito de «Los Secretos». En los acordes alegres de esa canción triste regresó el pop de la clase media, muerto niño en 1970.

Quizá haya que explicar esto de la clase media. La música es muy interclasista. El intelectual Juan Cueto defendía que cualquiera podía tener un cuarto de hora de melódico Julio Iglesias y ahora vemos a las licenciadas universitarias reguetonear con los pareados de malotes puertorriqueños que las llaman «perras». La cosa es que en 1980 la música se decidía en los despachos de las discográficas y éstas habían dado preferencia al rock enfadado del rollo vallecano, a los cantantes de voz y emocionalidad alta y al azúcar y acné del «fenómeno fans».

«Los Secretos» llegaban en la nueva ola madrileña pero el concierto de la Escuela de Caminos por Canito -su primer batería, su primer muerto- los juntó con «la movida» que era más despreocupada y gay. Ahora, la presbicia ha borrado esos contornos. La presbicia empieza a los 40, edad que cumplen «Los Secretos» con «Desde que no nos vemos», grabación de un concierto homenaje a Enrique Urquijo de 2019 y «Siempre hay un precio», el libro autobiográfico de su hermano Álvaro.

También la presbicia distorsiona que, de 1980 a hoy, siempre ha habido una canción de «Los Secretos» que debuta o regresa. Han tenido silencios, pero en cada regreso oídos nuevos han descubierto a «Los Secretos», ahora más tex, ahora más mex, ahora más pop, ahora acústico, ahora sinfónico, en otra década, en otro siglo.

Son los únicos que han perdurado con el mismo nombre y siendo un grupo, con una estabilidad en la formación que casi es sólo incompatible con la muerte. Este grupo con tres muertos en su historia y letras ciclotímicas que oscilan de las nostalgias, las despedidas y las tristezas a su rechazo en «Pero a tu lado», se parece a la vida y a la fidelidad que ésta produce cuando suena a guitarritas.

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