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Observatorio

El Premio Nobel a la guindilla

El Premio Nobel a la guindilla

El 4 de octubre se hicieron públicos los ganadores de los premios Nobel de Medicina y Fisiología y entre ellos no estaba la bioquímica húngaro-norteamericana Katalin Karikó, la inventora de las vacunas de ARN mensajero (que han jugado un papel determinante en la prevención del covid). El Premio Nobel de 2021 se ha concedido a David Julius, profesor de la Universidad de California, y Ardem Patapoutian, investigador del Instituto Scripps, de La Jolla, California, «por su descubrimiento de los receptores de la temperatura y el tacto, que han permitido entender cómo el calor, el frío y la presión pueden generar impulsos nerviosos que nos permiten percibir el mundo a nuestro alrededor y adaptarnos a él».

En 1967 se otorgó el Premio Nobel a los científicos que descifraron el mecanismo de la visión y en 2004 a los que identificaron el del olfato. A diferencia de estos sentidos, que están localizados en partes concretas del cuerpo, las bases moleculares del dolor y la presión no habían sido identificadas, entre otras cosas porque están presentes en todo el cuerpo, especialmente en la piel, pero también en los órganos internos. Este conocimiento es de vital importancia por sus aplicaciones en el tratamiento del dolor. Tenemos que ser conscientes de que, aunque lo percibimos como una fuente de sufrimiento, sentir dolor es uno de los mecanismos de supervivencia más importantes, porque nos avisa cuando nuestro cuerpo está sufriendo un daño –algo muy caliente destruye nuestros tejidos, un infección que causa inflamación puede matarnos, se nos ha roto un hueso, etc.– para que lo remediemos. Por ello, las personas que no sienten dolor tienen una esperanza de vida muy corta.

Pero, ¿qué relación tienen las guindillas con este Premio Nobel? Estos pequeños pimientos, habituales en la gastronomía de países tropicales como México o la India, tienen capsaicina, una molécula que provoca sensación de calor y ardor en el paladar. El equipo del investigador Julius, que recibió el Premio Príncipe de Asturias de Investigación en 2010, empleó capsaicina para identificar el receptor sensible al calor, denominado TRPV1, porque dicho receptor también se activa con esta molécula. En la piel hay muchos de estos receptores, que ante un estímulo de calor o de capsaicina generan un impulso nervioso que va hasta nuestro cerebro, el cual nos avisa de que una zona de nuestro cuerpo está en contacto con algo muy caliente, o de que no sigamos comiendo picante. Julius y su equipo identificaron uno de los mecanismos del dolor, porque el picante no es un tipo de sabor, sino una especie de dolor.

Por su parte, el equipo de Ardem Patapoutian describió por primera vez dos receptores capaces de detectar presión, a los que denominó Piezo1 y Piezo2. Tras estos descubrimientos, se puso de manifiesto que el Piezo2 es esencial para el sentido del tacto y tiene un papel fundamental en la detección de la posición y el movimiento del cuerpo, conocida como propiocepción. Ambos receptores regulan otros procesos fisiológicos vitales, como la presión arterial, la respiración o el control de la vejiga urinaria. Adicionalmente, los equipos de Julius y de Patapoutian, trabajando de forma independiente, identificaron el receptor TRPM8 que se activa con el frío, utilizando mentol.

El funcionamiento de estos receptores, que son una especie de compuertas, es un proceso complejo que implica el paso de los iones a través de la membrana que recubre a la célula. Por ejemplo, el receptor TRPV1 se abre cuando la capsaicina entra en contacto con él y, a consecuencia del trasiego de iones, emite una señal eléctrica que llega al cerebro. Cuando se aplica un calor excesivo tiene lugar un proceso similar.

¿Qué aplicación práctica tiene lo que sabemos de la capsaicina? Que si le damos un mordisco a un pimiento de Padrón de los que pican, no sirve de nada beber agua, porque la capsaicina es insoluble en ella; sin embargo, es muy útil beber leche porque la caseína (la proteína de la leche) la rodea y la desactiva. Y cuando tengamos necesidad de ir al baño, recordemos que entendemos la causa de nuestra urgencia porque una persona que algunos habrían calificado como mena, ya que en su juventud dejó su Líbano natal arrasado por la guerra, tuvo una oportunidad de demostrar su valía en su país de adopción.

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