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Manolo Ojeda

Cartas a Gregorio

Manolo Ojeda

Grandes negocios

Querido amigo, no sé si te habrás fijado, pero, en estos últimos tiempos, se han abierto negocios que todos parecen tener la misma intención. Primero empezaron llenando las calles más comerciales con un sinfín de ópticas, luego hemos presenciado una verdadera invasión de clínicas dentales, y ahora son los otorrinos los que están por todas partes,

Las tres especialidades responden a las necesidades características de la tercera edad, así que, son los más viejos el objetivo claro de esos negocios. Para que luego digan que los mayores no son rentables, cuando están generando más dinero y más trabajo que los consumidores de menos años.

Eso sin contar con las residencias privadas para mayores que se están creando, el servicio de acompañantes, los médicos que se especializan en geriatría o el mayor consumo de productos naturales para paliar el efecto de los años.

Todo eso es consecuencia de que los mayores consiguen llegar bien a una edad avanzada, o como prefiere decir una amiga de mi edad, «bien, pero sin entrar en detalles…».

Vivimos en una sociedad en la que no se valora la experiencia de los mayores y, para muchos, llegar a la tercera edad resulta deprimente. Para otros, sin embargo, el envejecimiento es una etapa que ofrece muchas oportunidades para ser feliz y disfrutar de la vida. 

Ahora acaban de descubrir otra variante de la covid, la variante ómicron que, según parece, es mucho más resistente a nuestras defensas, por lo que ya están pensando en volver a vacunarnos. Es decir, que seguimos dejándonos inyectar cualquier vacuna que se inventen, Gregorio, y ya no sabe uno si lo que están inventando realmente son las enfermedades.

Es sabido de los grandes negocios que hay relacionados con la salud, y desde principios de los noventa se habla de los traficantes de enfermedades como parte de las compañías farmacéuticas que, según dicen, trasforman las complicaciones cotidianas en enfermedades, luego convencen a los médicos a base de dádivas e incentivos para que transmitan la gravedad del problema a los hipocondríacos, y les ofrecen la curación en un nuevo medicamento.

Las campañas publicitarias de medicamentos suelen empezar ampliando el diagnóstico y aumentando el peligro para que todo el mundo se haga la prueba, y acaban por hacer confusas las evidencias de beneficios y riesgos.

Esa es, al menos, la opinión de Adriane Fugh-Berman, profesora del departamento de farmacología y fisiología de la Universidad de Georgetown, que denunció, por ejemplo, lo ocurrido en la campaña sobre la deficiencia de testosterona, donde recetaron el tratamiento antes de que se establecieran sus beneficios y daños. Afirmaban los fabricantes que no era el envejecimiento la causa del bajo rendimiento o el cansancio de los mayores, sino de la baja testosterona.

Se dice que los ancianos tienen siempre una respuesta para todo, Gregorio, pero el problema es que nadie les pregunta…

Menos mal que a nosotros ya nos coge de lejos todo esto.

Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.

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