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Xavier Carmaniu Mainadé

Entender + con la Historia

Xavier Carmaniu Mainadé

¿Por qué un lazo rojo contra el sida?

Concentración en la plaza de Espanya de Barcelona por el Día Mundial del Sida (1 de diciembre) en 2003.

Hoy el mundo se inunda de lazos rojos que sirven para recordarnos que, a pesar de estar muy preocupados por las variantes del coronavirus, en el mundo existen otras enfermedades que pueden ser mortales como el sida. El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) fue descrito en 1983 y, viendo la expansión de la enfermedad, en 1988 ya se celebró el primer Día Mundial de la Lucha contra el Sida. Una acción promovida por organismos internacionales para ayudar a concienciar a la población para hacer entender que cualquiera se podía infectar si no se tomaban las precauciones necesarias.

Ese mismo año 1988, en Nueva York, se puso en marcha un colectivo de creadores plásticos llamado Visual AIDS. Se constituyó para apoyar a los artistas que habían contraído el virus y también para organizar campañas de sensibilización sobre aquella enfermedad, que entre los 80 y los 90 causaría un fuerte impacto emocional colectivo, a raíz de la muerte de celebridades como el actor Rock Hudson en 1985 y el músico Freddie Mercury, de quien este noviembre se ha conmemorado el 30º aniversario de su muerte.

Sangre y pasión

Pocos meses antes, en junio de 1991, el presentador de la gala de los prestigiosos premios Tony de teatro, el actor Jeremy Irons, apareció en el escenario del Minksoff Theatre de Broadway luciendo un lazo de color rojo en la solapa. La idea había sido de Visual AIDS, que llevaba tiempo buscando un símbolo suficientemente potente para visibilizar el problema del VIH.

En Estados Unidos ya existía una larga tradición del uso de lazos de colores para apoyar diferentes causas. Durante la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, las mujeres llevaban uno de color amarillo para recordar a los hombres que estaban luchando en el frente. A partir de ese momento la tradición se mantuvo y, cada vez que ha habido un conflicto, los familiares de soldados han seguido utilizando lazos como muestra de apoyo a las tropas.

Inspirándose en este fenómeno, Visual AIDS pensó que podía hacer algo similar para las personas enfermas. Sin embargo, en este caso escogió el rojo como una alegoría a la sangre (elemento de transmisión de la infección) y, al mismo tiempo, porque era un color que se asocia a la pasión y al amor; dos valores que querían contraponer a la ira y el rechazo del que eran objeto a menudo los afectados. Para favorecer la popularización de ese símbolo no lo registraron y atribuyeron la autoría a todo el colectivo para evitar personalismos. Podía utilizarlo quien quisiera y apropiárselo.

El lazo rojo, definitivamente, se convirtió en icono global de la lucha contra la enfermedad precisamente en el concierto de homenaje al cantante de Queen, celebrado en Wembley en abril de 1992. Ese día se repartieron 100.000 unidades entre los asistentes.

Desde entonces, cada año que pasa, cuando llega el primer día de diciembre, el lazo rojo va ocupando de forma más clara el espacio público y las sedes de organismos destacados. En 2007, por ejemplo, durante la presidencia de George W. Bush, la Casa Blanca se sumó a la campaña, colocando uno de 8,5 metros en la fachada principal del edificio.

Ahora bien, aunque estos gestos ayudan a normalizar la situación de las personas infectadas por el VIH, no hay que perder de vista la situación de discriminación que han sufrido determinados colectivos, como la comunidad homosexual o las personas drogadictas. Durante los primeros años, cuando apenas se sabía nada del funcionamiento del virus, fueron señalados como culpables de su expansión. Sin embargo, pronto se vio que todo el mundo podía acabar infectado si no se tomaban las medidas adecuadas.

Si algo hemos aprendido desde 2019, a raíz de la pandemia provocada por el coronavirus, es que para combatir enfermedades infecciosas hay mucha energía y conocimiento. Por un lado, es imprescindible invertir dinero en investigación para poder desarrollar los medicamentos necesarios y, por otro, también es vital llevar a cabo campañas de información para explicar a la población cómo hacerle frente. El covid es la prueba de que, cuando se explican las cosas, la gente entiende lo que tiene que hacer y por qué debe hacerlo. Con el VIH toca hacer lo mismo hasta erradicarlo: investigar y concienciar.

Un activismo permanente desde los 80 


Tras inventar y promover el lazo rojo, Visual AIDS no ha parado de organizar acciones artísticas y el colectivo sigue en activo para promover el diálogo, ayudar a los artistas seropositivos y preservar el legado de aquellos creadores que han fallecido por culpa de la enfermedad, porque, como reza su eslogan de los últimos años, AIDS is not over (el sida no ha terminado).  

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