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Xavier Carmaniu Mainadé

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Xavier Carmaniu Mainadé

La Constitución que cambió a Sudáfrica

Hoy se conmemora el 25 aniversario de la Constitución de Sudáfrica. Durante dos años el mundo vivió con el corazón en un puño, esperando la culminación de un proceso que ponía punto final definitivo al ‘apartheid’. 

Esta es una semana de capicúa constitucional: el lunes se conmemoraba la aprobación en referéndum de la Constitución española de 1978 y se acaba con el 25 aniversario de la Carta Magna de la República de Sudáfrica. El 10 de diciembre de 1996, el presidente Nelson Mandela la firmó culminando un proceso que se había iniciado siete años antes, cuando el entonces jefe del país, Frederik Willem de Klerk, empezó a desmantelar el apartheid, el régimen racista que se había instaurado en 1948 con la llegada al poder del Partido Nacional. Desde ese momento, y durante 42 años, los blancos usurparon los derechos al resto de habitantes de Sudáfrica: negros, indios y los definidos como coloured. Aquello provocó movimientos de protesta que fueron perseguidos y sus líderes fueron represaliados con dureza. El más famoso fue Nelson Mandela, que fue encarcelado en 1962. Durante 28 años vivió en condiciones infrahumanas, pero cuando fue puesto en libertad sorprendió al mundo con su discurso conciliador.

A partir de ese momento, él y Klerk pasaron por un periodo negociador lleno de altibajos, y con muchas presiones de los racistas blancos para intentar impedir lo que se logró el 27 de abril de 1994: las primeras elecciones democráticas y multirraciales de Sudáfrica. La formación liderada por Mandela, el Congreso Nacional Africano, ganó sin discusión al obtener el 62,6% de los votos. Gracias a ello ese preso político se convirtió en presidente del país. Pero él sabía que solo era la mitad del camino. Para culminar el final definitivo del apartheid y construir una nueva Sudáfrica formó un Gobierno de unidad nacional.

Paralelamente, los diputados y diputadas asumían una misión que muchos creyeron que sería imposible cumplir: redactar una Constitución que recogiera el espíritu del nuevo proyecto común entre todos los sudafricanos. Según marcaba la ley electoral solo tenían dos años para conseguirlo. Para trabajar de forma más eficiente se organizaron seis comisiones, que se ocuparon de temas como la estructura de Gobierno, los derechos fundamentales, la organización territorial y el sistema judicial.

Durante el proceso, el presidente Mandela se mantuvo al margen de los debates y las negociaciones, pese a que las diferencias ralentizaban la redacción del primer borrador. En agosto de 1995 había serias dudas de que la Constitución estuviera terminada en la primavera siguiente. De no conseguirlo habría que volver a empezar y convocar nuevos comicios, lo que se traduciría en más inestabilidad política en un país que vivía con incertidumbre los acontecimientos.

Conscientes de la situación, los redactores hicieron un esfuerzo titánico para presentar un primer borrador en noviembre. Con la voluntad de implicar al máximo a la ciudadanía, se imprimieron cinco millones de copias en 11 lenguas oficiales diferentes para distribuirla a todo el territorio. El objetivo era que la población conociera el texto y pudiera presentar enmiendas para mejorarlo. El resultado de la iniciativa fue espectacular y se registraron unas 250.000 peticiones, que en los meses posteriores fueron estudiadas para después descartarlas o incorporarlas.

El ritmo de trabajo era frenético y se iban superando los puntos de desacuerdo, pero en febrero de 1996 todavía había 68 que no se sabía cómo resolver. Entre los temas más controvertidos estaban la pena de muerte, el nivel de protección de la propiedad privada dentro de la Constitución o cuáles debían ser las lenguas oficiales.

La situación estaba tan enquistada que, entre el 1 y el 3 de abril, incluso se realizó una sesión a puerta cerrada en una localidad costera, donde los políticos pudieron limar diferencias lejos de la prensa. Durante ese mes, el mundo seguía con el corazón en un puño el desenlace de las negociaciones, con el miedo a que no se culminara el reto. Pero sí, finalmente, el 8 de mayo se terminó la versión definitiva, que fue aceptada por el 87% de los parlamentarios.

Tras superar los trámites pertinentes, el presidente Mandela la firmó el 10 de diciembre en una ceremonia celebrada en Sharpeville. Empezaba una nueva era en Sudáfrica.

‘apartheid’

Un escenario simbólico para la firma  

El sitio escogido para la firma estaba cargado de simbolismo. Sharpeville había sido uno de los primeros lugares donde se aplicó el apartheid y era recordado porque, en 1960, fueron asesinadas 69 personas negras, que participaban en una manifestación pacífica para protestar contra las leyes racistas. Firmar la Constitución allí significaba cerrar el círculo.

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