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Antonio Balibrea

El mundo por de dentro

Antonio Balibrea

La cumbre por la democracia, en USA

Antes del 6 de enero en el Hotel Willard, en el centro de Washington, a una manzana de la Casa Blanca se estableció un centro de operaciones del equipo Trump para dirigir la estrategia que negara a Joe Biden la presidencia de los Estados Unidos y para reinstalar a Donald Trump por un segundo mandato en la Casa Blanca. Incluso durante el mitin de Trump el 6 de enero se había planificado el asalto al Capitolio para impedir físicamente que el Congreso ratificara la victoria de Biden. Así se entiende mejor lo que dijo el actual presidente: «aquí en EEUU, sabemos tan bien como cualquiera que renovar nuestra democracia y fortalecer nuestras instituciones democráticas requiere un esfuerzo constante». Citó expresamente las limitaciones al derecho de voto promulgadas en muchos estados liderados por los republicanos desde las pasadas elecciones, e instó al Congreso a aprobar una legislación federal para garantizar el derecho a voto de las minorías latinas y de color, especialmente atacado.

Biden ha celebrado esta semana la «Cumbre por la Democracia», una reunión virtual con 110 naciones invitadas contra el autoritarismo. Había un objetivo evidente: el refuerzo ideológico del mundo occidental frente a los regímenes autoritarios de China y Rusia. Las democracias desde la crisis del 2009 y de la pandemia aparecen, especialmente a ojos de los autócratas, cómo débiles, ineficaces, lentas en resoluciones, siempre envueltas en crisis, y en debates inútiles e interminables. Trump también lo pensaba, por eso los objetivos también son internos, en USA. La cumbre tiene un objetivo evidente, el rearme ideológico frente a la retirada acomplejada de Donald Trump. Se partía de un análisis documentado acerca del retroceso de la democracia en todo el mundo durante la última década. En este aspecto enumeró una serie de iniciativas que Estados Unidos ha emprendido para fomentar las democracias: reforzar los medios independientes, combatir la corrupción, potencia el papel de las mujeres y las niñas en la vida cívica, y reforzar la disponibilidad de una Internet abierta. Los tres temas generales era la defensa contra el autoritarismo, abordar y combatir la corrupción, y promover el respeto por los derechos humanos. Para revisar el avance en estos aspectos Biden organizará una cumbre, en persona, el próximo año.

En el centro de operaciones del mencionado Hotel Willard participaron el abogado de Trump, Giuliani, el estratega ultraderechista de la Casa Blanca, Steve Bannon, John Eastman, profesor de Derecho y ex secretario del juez de la Corte Suprema Clarence Thomas, y el ex comisionado de policía de Nueva York Bernard Kerik, entre otros. En los primeros días de enero empezaron por hablar con 300 legisladores estatales a través de una conferencia telefónica para convencerlos del fraude y animarlos a tomar medida para «descertificar» sus resultados electorales como les dijo Trump, «ustedes son el verdadero poder y los que van a tomar la decisión». Estos presionaron al vicepresidente Mike Pence y le pidieron que retrasara la certificación de la victoria de Biden. Para el abogado Eastman, era garantizar «que no vayamos a poner en la Casa Blanca a un tipo que no fue elegido» y trazó un plan mediante el cual el vicepresidente Pence podría comandar el proceso del conteo electoral y permitir que ganara Trump, según el libro «Peligro» de Bob Woodward y Robert Costa, del Washington Post. Un golpe de Estado.

Un Comité Especial de la Cámara de Representantes está investigando los hechos del 6 de enero, llamando a declarar: en primer lugar, a Bannon, quien se ha negado y ha sido declarado en rebeldía, por lo que podría ir a la cárcel; en segundo lugar, al antiguo jefe de Gabinete de Trump, Mark Meadows, y al resto de los conspiradores bajo la advertencia de ser procesados por desacato. Incluso le han exigido a la Casa Blanca la entrega de los registros de esos días, a lo que se opone Trump. «Se perdieron vidas, se derramó sangre; partes del edificio del Capitolio sufrieron graves daños; y las vidas de los miembros de la Cámara y el Senado, así como de los asistentes, empleados y otras personas que trabajaban en el edificio, estaban en peligro», ha sentenciado el tribunal de apelación exigiendo la documentación del 6 de enero de 2020. «Existe un vínculo directo entre el ex presidente y los acontecimientos del día».

Dolores de Cospedal se ha negado a declarar en la Comisión Kitchen del Congreso. Esto no es América, esto es jauja.

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