La Provincia - Diario de Las Palmas

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Rubén Reja

En voz baja

Rubén Reja

Vida

Cómo sigue alguien vivo cuando una lengua incandescente emergida del mismo infierno se traga tu casa, tus recuerdos, tu vida, tu futuro? ¿Cómo se puede seguir vivo cuando las cosas que nos mantienen vivos han desaparecido para siempre? ¿Cómo luchar para seguir en pie si las ayudas prometidas después de casi tres meses del estallido del volcán sin nombre no acaban de llegar?.

La Palma rezuma rescoldos de nostalgia y pasado humeante. Vidas rotas para siempre que sólo el tiempo y la solidaridad coordinada lograrán sellar. No puede ser que miles de palmeros hayan tenido apenas un cuarto de hora para sacar de casa lo imprescindible, casi sin pensar, y meses más tarde afronten el abismo de la incertidumbre sin esperanzas.

Ladrones en su propio hogar para llevarse una foto, una cartilla del banco, el pijama de la abuela, un paquete de arroz y contemplar impotentes cómo la madre naturaleza engulló lo que considera suyo. Los palmeros contemplan incautos los riesgos que supone dormir encima de un territorio volcánico muy despierto y sufren en silencio los estragos de una pared impía de destrucción, que ha sepultado miles de historias. La infausta marabunta incandescente ha arrasado sin benevolencia la tierra y el alma de La Palma que tardará años en recuperarse.

El volcán sin nombre no solo devastó viviendas, carreteras, colegios y cultivos en la isla bonita, sino que la lengua de lava atraviesa el corazón de La Palma que necesita respuestas y menos visitas institucionales. Las ayudas, que no pueden esperar ni un segundo más, deben ser directas, sin intermediarios, y a ser posible unificando todas las cuentas con la mayor transparencia y celeridad posible. La misma urgencia que requiere la planificación efectiva de qué se va a hacer cuando se enfríen las coladas. Lo que algunos de forma apresurada han calificado de espectáculo hipnótico y cautivador mantiene en vilo a una isla que sufre un drama en forma de erupción. Ahora con el suelo caliente y ceniza apelmazada por todos los rincones es imprescindible arrancar el compromiso ineludible de todas las instituciones, fuera de fotos oficiales, para que las ayudas lleguen cuanto antes y sirvan para recordar que, pese al desastre natural, aún queda mucha vida.

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