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Luis M. Alonso

Sol y sombra

Luis M. Alonso

El dinosaurio

Se cumplieron cien años de Tito Monterroso. El autor guatemalteco sería hoy un minimalista a la medida de los lectores de tuits, en el supuesto de que la mayoría de ellos cultivara la minificción en vez de la minibanalidad. El cuento titulado ‘El dinosaurio’ se publicó en diciembre de 1959: «Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí». Leer el texto completo de siete palabras suscita sensación de fugacidad, intriga y hasta humor. Recuerdo la formidable anécdota de cuando al escritor un amigo quiso presentarle a una conocida suya.

-¿Conoce a Augusto Monterroso?-, le pregunto a la señora. -Sí- contestó ella resuelta -lo he leído-. -¿Y qué le parece el cuento ‘El dinosaurio’ -volvió a preguntarle el amigo. -Ese es uno de los que más me gustan -respondió nuevamente la señora-, pero apenas voy por la mitad.

La conocida del amigo de Monterroso, quede claro, no había leído ‘El dinosaurio’, pero de haberlo hecho y dejado a la mitad hubiera alimentado su fantasía sobre el desenlace y no simplemente en torno al autor, que le era manifiestamente ajeno. La mitad en un cuento tan resumido podría ser «Cuando despertó…» o bien «Cuando despertó, el dinosaurio…». Cualquiera de las dos fórmulas inconclusas arroja mayor intriga que el relato de Monterroso en toda su extensión. ¿Qué se encontró cuando despertó? ¿Existe algo más creíble y espantoso que un dinosaurio? Desde luego que sí. A su vez, el cuento de cuatro palabras aporta un suspense aún mayor sobre el papel del dinosaurio en la historia, la versión completa, en cambio, aclara que todavía se encontraba allí.

El temor a lo conocido nos ha llevado, en cualquier caso, al olvidarnos del miedo a lo excepcional. No sabemos realmente si la nueva variante ómicron del covid es la amenaza actual que nos acongoja o, si como dice, Fernando Simón, que vuelve a asomar la oreja, hay que desvincularla del momento, y si lo peor está por llegar. Efectivamente, cuando despertamos el dinosaurio todavía está ahí.

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