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Punto de vista

La depresión, un asunto de las políticas públicas

Este año, en el día Internacional de Prevención de la Depresión, tiene de particular que se celebra en un contexto donde en la agenda pública e institucional se reconoce que los trastornos mentales son una prioridad política dentro de las políticas de salud pública. Los datos de prevalencia, carga de enfermedad, discapacidad, costes (incapacidad permanente e incapacidad laboral), así como la pérdida de calidad de vida, justifican esta consideracion de prioridad. Y sobre todo, podría ser narrado como un indicador de sufrimiento de una comunidad, junto con el consumo de antidepresivos, analgésicos, tranquilizantes, las tasas de suicidio y la alta prevalencia de enfermedades crónicas invalidantes. Canarias bien merecería una llamada de atención por las autoridades.

La depresión afecta a cualquier edad de la vida y sus factores de riesgo son múltiples y variables. Sus formas de presentación pueden ser episódica, aguda e intensa en pocos días. Y otras veces, con síntomas menos floridos pero persistentes en el tiempo. Su intensidad puede ser leve, moderada o grave. Las más graves las padece un 3% de la población y las más leves o moderadas un 13%, según la Encuesta de Salud Europea en España. Las más graves van asociadas a ideas, pensamientos o intentos de suicidio, síntomas psicóticos, desnutricion severa, e inhibición y agitación.

Por ejemplo, la diferencia entre una depresión mayor en el adulto y en los adolescentes difiere en la prevalencia de los síntomas. En el adolescente predomina la irritabilidad, los problemas del sueño y del apetito y de la energía, mientras que en el adulto predomina una tristeza clínicamente relevante, intensa, grave que altera el funcionamiento y la vida de relación. Se acompaña de anhedonia, no se siente placer por las actividades que antes nos resultaban gozosas. En la tercera edad, muchos factores hacen sinergia, como el nido vacío, la jubilicacion, enfermedades orgánicas crónicas e incapacitantes, tratamientos con antihipertensivos o para el Parkinson, que favorecen los estados depresivos.

La mayoría de los pacientes deprimidos son tratados en atención primaria y solo una pequeña proporción de estos son derivados a los servicios de salud mental. Un 75% de los cuadros depresivos remiten clínicamente con una evolución óptima y un 25% aunque estén bien tratados se muestran como depresiones resistentes, lo cual complica el abordaje. Hay pruebas en la literatura científica de que a corto plazo los efectos de las psicoterapias en todos los entornos son comparables con los de los antidepresivos. Sin embargo, a más largo plazo (hasta 1 año), hay indicios de que la psicoterapia es más eficaz que la medicación, especialmente cuando durante el seguimiento los pacientes dejan de tomar la medicación. En general, el tratamiento combinado es más efectivo que la psicoterapia o la farmacoterapia solas, pero esto se ha examinado principalmente en la depresión moderada a grave y no está claro si esto también es cierto para las formas más leves de depresión. Se ha encontrado que la aceptabilidad es mejor para la psicoterapia y el tratamiento combinado, en comparación con los antidepresivos solos.

Estos pueden acompañarse de dietas saludables para evitar el estrés celular con un uso de antioxidantes, cuyo efecto protector probablemente se atribuye al efecto acumulativo y sinérgico de los nutrientes que componen la dieta completa, en lugar de los efectos de nutrientes individuales o alimentos individuales. Seguir patrones dietéticos tradicionales, como la dieta mediterránea, noruega o japonesa. Así mismo, la higiene del sueño, al regular el ciclo circardiano, y la actividad física, al estimular la oxigenación celular farorece el neurotropismo neuronal. Pero no olvidemos que el rechazo, la culpabilidad, el abuso y maltrato, así como el desempleo, el consumo o abstinencia de tóxicos y una condición laboral sin cualificación está asociado de forma significativa a la depresión.

Los programas preventivos en la infancia y la adolescencia son frecuentes en Estados Unidos y Francia. Un tipo de intervención preventiva se enfoca en niños y adolescentes con síntomas depresivos subclínicos, eventualmente asociados a problemas de conducta o alto nivel de conflicto parental, reclutados en ambientes escolares. O bien, programa preventivo dirigido a los hijos de padres deprimidos y utiliza enfoques familiares. Así mismo, los programas de prevención específicos (para jóvenes con factores de riesgo o síntomas) se asociaron con tamaños del efecto significativamente mayores en relación con los programas universales para la depresión.

Señalar que en la actualidad hay programas informáticos basados en terapias cognitivas conductuales de autoayuda guiada, el paciente trabaja de forma independiente a través de un protocolo estandarizado, con el apoyo de un terapeuta profesional, pero se encontró que, aunque los efectos de la autoayuda guiada eran comparables con los de otros formatos de tratamiento, la aceptabilidad era significativamente menor. Y en la autoayuda no guiada en las que el protocolo se entrega a través de Internet, pero en las que no se brinda apoyo profesional y el paciente debe realizar la intervención de forma independiente, los efectos de estas intervenciones no guiadas son menores que los de la autoayuda guiada, pero sigue siendo significativo en comparación con los grupos de control de atención habitual y lista de espera.

Lo más relevante es que la depresión es un trastorno o un dolor del alma conocido por la humanidad y la salud, que puede ofrecérsele ayuda significativa, que en otros casos puede formar parte de la melancolía propia de la existencia humana y su devenir.

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