La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Lamberto Wägner

Tropezones

Lamberto Wägner

Doblajes

Se ha creado cierto revuelo últimamente con las exigencias de algunos partidos catalanes de incorporar en la cadena Netflix el doblaje de los films extranjeros al idioma de Josep Plá.

En realidad tal reivindicación no debería extrañarnos, pues viene a ser un «déjà vu» de la fiebre nacionalista de los años 20 y 30 en gran parte de Europa. Países como Italia, Francia, Alemania y España introdujeron el doblaje a sus idiomas respectivos, para reforzar el espíritu nacional identitario, con el «bonus» añadido de una soterrada censura política de los contenidos. En España por ejemplo fue el propio Franco el que en el año 1941 promulgó el doblaje generalizado, basándose por cierto en la Ley de Defensa del Idioma del año 1938 dictada en Italia por Benito Mussolini. La industria cinematográfica pocos impedimentos había de poner, habida cuenta de la mayor difusión resultante de sus productos, pues todavía entonces el grado de analfabetismo desaconsejaba el uso de subtítulos en las películas.

El doblaje es un proceso laborioso, caro y muy cualificado. Los encargados de dicho menes- ter no son simples dobladores, sino «actores de doblaje», y su actividad se ha convertido en nuestro país en una potente industria. No es de extrañar que la fuerza del lobby corres-pondiente neutralizara las buenas intenciones de la directora general de TVE Pilar Miró cuando intentó en 1987 promover la proyección de los films en versión original.

El doblaje trae inevitablemente sus consecuencias. En países pequeños, me viene a la memo- ria por ejemplo Suecia, sólo se doblan las películas para niños. Una de las ventajas es que la población en general se ha acostumbrado a escuchar los idiomas originales y ello ha coadyuvado sin duda a una mayor soltura en el consiguiente aprendizaje de los mismos.

Una derivada que nunca deja de desconcertarme, es por ejemplo escuchar al actor Brad Pitt

y dejarme sorprender al reconocer la misma voz de Tom Cruise, Tom Hanks o Nicholas Cage, circunstancia lógica por otra parte, al ser todos ellos doblados por el mismo actor. Jordi Brau. Un doblaje corre naturalmente el peligro de toda traducción. Ya se sabe, «traduttore traditore». Aunque naturalmente dicho fenómeno puede ir en ambos sentidos. Por ejemplo el doblaje de Clint Eastwood por Constantino Romero, le regala al actor americano una voz más masculina, acorde con el papel que le suele tocar representar. En otros casos puede ocurrir justo lo contrario: cuando Marlon Brando cambió de actor de doblaje entre dos reposiciones del Padrino, se levantó una protesta generalizada que llegó a convertir la nueva voz de Don Corleone en «trending topic». Empero este tipo de traiciones puede rozar lo estrambótico, cuando algún cómico se atreve incluso a «imitar a los actores». Es el caso por ejemplo de un conocido presentador que se ha especializado en imitar la característica voz de Robert de Niro. Lo que hace en realidad es reimitar al actor doblador Ricardo Solans, ¡con lo que podemos gozarnos el fenómeno de una «triple traición»!.

El problema puede surgir también cuando en extensas sagas cinematográficas el actor de doblaje fallece, y ha de ser relevado por un colega con un timbre de voz totalmente distinto: por ejemplo cuando la sugestiva voz de Constantino Romero, impersonando magistralmente a Darth Vader en La Guerra de las Galaxias, hubo de ser sustituida a su muerte por la de tres sucesivos actores de doblaje distintos. Todo un reto.

Compartir el artículo

stats