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Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

¿La vida?, cada vez más imposible

Si hay un asunto de consenso en esta ciudad es el efecto karma que produce el paseo hasta el barrio marinero de San Cristóbal por el malecón de la Avenida Marítima. Esta serenidad a mano bañada con yodo ha quedado abruptamente rota por la incomunicación con el núcleo costero. El golpe de las olas se ha cargado la cimentación y está en peligro tanto la acera como la autovía. Una grieta informa del riesgo y una valla trata de disuadir a los paseantes, si bien la mayoría se salta la protección y supera el obstáculo haciendo equilibrio y a punto de ser arrollado por un vehículo. Pese a ello, Costas, Ayuntamiento y Cabildo juegan al ping-pong como Corea del Norte y del Sur, un partido donde está en juego a quién le corresponde pagar la obra. Así van ya para unos ocho meses, con la pelotita de un lado para otro: uno la lanza y el otro la devuelve mordida y llena de babas, como si hubiese estado entre las encías de un Bardino. Este paseo forma (o formaba) parte de la ilusión de muchos ciudadanos, más en una época de distanciamiento social y necesitada de aire puro como viene siendo la de la pandemia. Muy pocas capitales tienen una pieza urbana como esta larga plataforma que permite a todo tipo de personas, sin distinción alguna, compaginar el deporte o sólo caminar con la visión de un horizonte marítimo único. Un privilegio accesible que a fecha de hoy ha sido pulverizado, a no ser que se quiera correr el riesgo de rodar por la Autovía arrastrado por un coche a 80 kilómetros por hora (o más, depende de si funciona o no el radar). No sé qué nombre ponerle a este tipo de política desconsiderada, dedicada a triturar una de las pocas alegrías que nos permite el campo de minas en que se ha convertido el día a día. ¿Cuánto tiempo se alargará esta conversación de besugos? Probablemente pase a ser un asunto de campaña, con lo que se pondrá más feo aún. Lo mejor es ir pensando en una alternativa: un embarcadero en Lady Harimaguada que nos lleve a ese barrio que es el lugar de los últimos pescadores de la ciudad. ¿Y la política? Muy jodelona.

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