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Juan José Millás

A la intemperie

Juan José Millás

Técnicas narrativas

El ser humano vive en una situación permanente de desarraigo de sí mismo. Para llegar a niño es preciso haberse desarraigado del bebé, del mismo modo que hay que abandonar al niño para llegar al adolescente, etc. Esa sucesión de exilios termina cuando abandonas al viejo para convertirte en muerto. No es raro que muchos no quieran salir de su pueblo: bastante trabajo tenemos con el viaje agotador de la biología. Lo raro es que a lo largo de este éxodo continuado permanezca en el cuerpo un yo, mi yo, su yo de usted o el de su nuera. ¿Pero permanece? Es cierto que tengo memoria de mis «yoes» anteriores. Recuerdo el de los veinte años y el de los treinta, los cuarenta, etc. Hay en mí una potencia que me hace recordarlos, pero, si he decir la verdad, cada yo era de su padre y de su madre. No me reconozco en ellos, pero he logrado articularlos de tal modo que parecen el mismo, aunque algo evolucionados.

Así es como se construyen las biografías. Cosiendo retales de distintos colores, como esas colchas polícromas fabricadas con las sobras provenientes de diferentes tejidos. Al final hay una colcha, sí, del mismo modo que al final hay una biografía, pero no está uno muy seguro de que no tenga trampa. Con muchos noes pequeños, debidamente colocados, se puede construir un sí grande, y viceversa. Basta con acudir a la ayuda del lenguaje. El lenguaje es un pegamento universal. Hace años había en Barcelona una empresa dedicada a la escritura de biografías por encargo. Llegabas con tu vida y decías al biógrafo:

-Haga usted algo coherente con todos estos restos.

Los restos eran los años de colegio, de universidad, los años de matrimonio, los de divorcio o viudedad, etc. Y si el escritor era tan hábil como los buenos constructores de muros, que saben distribuir las piedras por tamaño y peso, salía una novela: la novela de la vida. La diferencia entre la vida y la novela de la vida es que esta última tiene sentido porque los materiales encajan: se les ha obligado a encajar con las mismas técnicas narrativas con las que se construye un relato. Luego, uno les regala el libro a los nietos para que sepan, si no como fue su abuelo, cómo le habría gustado ser. Punto.

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