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Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

Astrid y las capas de la cebolla

Nanas de la cebolla, el poema que Miguel Hernández escribió a su esposa desde la cárcel, transmite el dolor de un padre por el hambre del hijo, cuyo alimento único es el pan y la cebolla. Así y todo, le desea vida y ánimo para afrontar un futuro de felicidad. Lanzarote, una isla de ensueño, está atravesada ahora mismo por la crisis migratoria, cientos y cientos siguiendo el mismo camino de Arguineguín y su «muelle de la vergüenza». El drama de su costa entra a la perfección en los versos del poeta de Orihuela. Pero aún más porque allí está el Muelle de la Cebolla, y a pocos kilómetros de distancia se encuentra una de las tantas capas, que, al igual que ocurre con la planta, conforman la desgracia de la migración: la alcaldesa de Arrecife, que responde al empalagoso nombre de Astrid, del PP, apoyada por CC, se opone a que se abra un campamento donde Interior ha invertido 2,1 millones de la UE. ¿Xenofobia? No, para nada, sólo que el suelo de la infraestructura es de picón y se puede encharcar, alegan sus técnicos, entre otras originalidades burocráticas. Esto sería un buen cebollazo, de los que hacen llorar, con la salvedad de que los cientos de migrantes están ahora en precario, hacinados y con baños que se atascan cada dos por tres. Pero doña Astrid, buena servidora, le ofrece a Pablo Casado munición para enardecer el discurso del caos migratorio en Canarias y el desastre de la gestión de los fondos europeos, la última tonadilla del líder de la derecha en Bruselas contra Sánchez. Sería la segunda vez, al menos conocida, en la que un primer edil (ahora edila) hace de su bastón de mando un Kalashnikov para fulminar la solidaridad. El anterior fue de los predios nacionalistas (y cristianos) de Agüimes, donde se obligó a frenar la operación de montaje de un campamento de la Cruz Roja con objeciones tan trascendentales como el solajero o el fuerte viento. Están claras las consecuencias de la negativa de la municipe de Arrecife: el riesgo de que la crisis se convierta en una supercrisis y salte otra capa de la cebolla, la alegría de los votos populistas.

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