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Juan José Millás

A la intemperie

Juan José Millás

Lecturas que matan

Conozco a un cirujano que abre los cuerpos con el espíritu con el que un corrector de estilo abre las pruebas de un libro a punto de editarse.

- Por lo general –me explica–, corrijo problemas de orden sintáctico. La colocación de un baipás, por ejemplo, equivale a la introducción del verbo transitivo adecuado. También me enfrento a problemas ortográficos, sobre todo en el aparato digestivo. Para la corrección ortográfica, utilizo anestesia local y cirugía no invasiva.

Dice que todos los cuerpos están compuestos de las mismas frases, pero que todas son distintas, pese a ser idénticas.

- Tu intestino y el mío tienen la misma composición, incluso la misma estructura y sin embargo son distintos. De hecho, no son intercambiables.

- ¿Y los trasplantes? -digo yo.

- Producen rechazo, a menos que mediques al paciente.

A mí me seduce esta comparación entre cuerpo y escritura, de modo que le perdono algunas licencias. Cuando se le muere un paciente en la mesa de operaciones (le ha ocurrido en un par de ocasiones), es como si se le muriera una novela. Hay, en efecto, novelas que se mueren en la última corrección. Del forense, que trabaja con cadáveres, podríamos decir que analiza novelas muertas. Un difunto es eso, en cierto modo: una novela muerta. Una biografía muerta, si ustedes lo prefieren. Ahí está, al otro lado del cristal, en la sala del tanatorio. Toda la memoria que operaba en él ha desaparecido. Ya no volverá a contar a nadie sus años de infancia, ni su servicio militar (si llegó a hacerlo), ni su boda, ni su tesis doctoral. Nada.

La experiencia de leer una novela muerta es muy interesante. Yo he leído varias que en su momento estuvieron muy vivas. Observas su trama, sus diálogos, sus descripciones y todo está en su sitio, pero no palpita, todo está muerto. Hay grandes obras de la literatura universal completamente muertas. Se continúan estudiando porque fueron muy grandes en su época, pero ya no es posible hablar de ellas en términos de crítica, sino de anatomía patológica. No es raro que su lectura mate.

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