La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Xavier Carmaniu Mainadé

Entender + con la Historia

Xavier Carmaniu Mainadé

El misterio de las novelas de detectives

La capital catalana vive estos días su encuentro anual dedicado al mundo de la literatura policiaca, una nueva edición de la BCNegra. El festival que pilotó durante años el añorado Paco Camarasa, de la librería Negra y Criminal, se ha consolidado como un festival de literatura imprescindible en la Barcelona del siglo XXI.

Por más años que pasan, el género, que cuenta con infinidad de seguidores de todas las edades y estratos sociales, va incorporando nuevos adeptos y nuevos autores que amplían la oferta de títulos disponibles. Por si esto no fuera poco, en los últimos años se ha vivido una verdadera locura por el llamado True Crime, que no deja de ser otra cosa que un episodio más de esa extraña fascinación que siente buena parte de la especie humana por todo lo escabroso y truculento que rodea a los crímenes.

Ahora bien, más allá del divertimento que suponen este tipo de obras, también son muy útiles para ayudar a entender la época en que aparecen. A veces se puede aprender más de un momento histórico leyendo ciertas novelas que tragándose soporíferos ensayos escritos por algún sesudo de turno.

El primer ‘boom’

Es más, el simple hecho de que aparecieran las novelas de detectives ya sirve para conocer mejor la época que las vio surgir. No es de extrañar, por ejemplo, que el primer gran boom de este tipo de literatura surgiera en la Inglaterra victoriana (que se llama así porque reinaba la reina Victoria). Una de las que más lo ha estudiado ha sido Anne Humpherys, profesora de literatura de la City University de Nueva York. Tanto ella como otros especialistas en la materia apuntan a una combinación de factores que se dieron en el siglo XIX. Entre ellos, uno sirvió de base: el desarrollo científico y tecnológico. El Reino Unido fue la cuna de la revolución industrial y el progreso material estaba a la orden del día: fábricas, ferrocarriles, medicina... Parecía que el ser humano era capaz de encontrar solución y explicación a todo. También a los aspectos más oscuros de la vida, como los crímenes.

Además, fue entonces cuando nació la policía de Londres. En 1829, las parroquias de la capital británica unieron fuerzas para crear un cuerpo de seguridad que en 1842 se amplió con un departamento de detectives. Estaba formado por solo ocho hombres que tenían la misión de resolver los crímenes de la ciudad. Su sede estaba en una bocacalle llamada Scotland Yard, y así fue como se les llamó enseguida, aunque el nombre oficial era Departamento de Investigación Criminal. Ni que decir tiene que la prensa de la época seguía con interés las aventuras de aquellos policías e informaba a los lectores con todo lujo de detalles siempre que podía.

Todo ello sirvió de caldo de cultivo para que empezaran a aparecer narraciones breves en publicaciones periódicas de temática detectivesca. Una de las de mayor tirada fue el Strand Magazine. Entre las estrellas de sus páginas estaba el investigador más famoso de todos los tiempos, Sherlock Holmes, surgido de la pluma y el ingenio de Arthur Conan Doyle. Su influencia en la literatura posterior es indiscutible, pero antes que él ya había habido otros, empezando por Edgar Allan Poe. Los crímenes de la calle Morgue, aparecidos en 1841, están considerados los primeros relatos policiales y su protagonista, el detective Chevalier Auguste Dupin, el pionero de los detectives de la ficción moderna.

Dupin y Holmes llevaban al extremo lo que los coetáneos consideraban las virtudes de su tiempo: una inteligencia capaz de razonar a gran velocidad, un enorme conocimiento de todos los ámbitos de la ciencia moderna –que abarcaban desde la química hasta la psicología– y un carácter solitario que entroncaba con otras figuras individuales de la época, como el artista. Porque el siglo XIX es el momento en que el ser humano se ve capaz de todo: desde crear las obras de arte más bellas hasta resolver los grandes retos del mundo. Por eso, a estos detectives de papel no se les resistía ningún misterio. Es lo que esperaban de ellos sus lectores, porque también es lo que esperaban de su siglo.

Compartir el artículo

stats