La Provincia - Diario de Las Palmas

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Un largo camino por recorrer

Los informes periódicos Científicas en cifras recogen los datos oficiales sobre el personal investigador del sistema español de ciencia. Por eso sabemos que la proporción de mujeres, similar o superior a la de hombres al comienzo de la carrera, disminuye al avanzar en la misma hasta menos del 25% en la cima de la profesión –catedráticas y profesoras de investigación. Las series históricas nos muestran que esta brecha vertical se va cerrando muy lentamente: éramos en torno al 14% en 2008 y al 18% en 2018.

En 10 años hemos subido un triste 4%. Y aunque nuestras tasas de éxito en convocatorias de financiación equivalen a las de los hombres, solo dirigimos el 35% de los proyectos y conseguimos el 33% de todos los fondos. Y las cifras son similares en los países de nuestro entorno.

Todo tiene consecuencias

El abandono al final del doctorado supone un derroche y un fracaso del sistema que ocurre después de una inversión pública en sus salarios (cierto que no muy altos) de 10 años y de un gran esfuerzo personal, familiar y de los grupos de investigación. Una parte de este talento se exporta a países que sí pueden aprovecharlo y otra parte se pierde para la ciencia.

¿Podemos –queremos– permitírnoslo? Perder tanto talento (el 50% de los cerebros son de mujeres) tiene consecuencias económicas.

Cerrar la brecha de género en ciencia y tecnología contribuiría a un aumento del PIB per cápita de la UE entre un 2,2% y un 3% en 2050.

Si hubiese más mujeres dirigiendo proyectos mejorarían las perspectivas de género en investigación y en innovación (diseñar las investigaciones y los inventos considerando que hay sexo biológico y género sociológico). ¿Sabe usted que los corazones artificiales encajan en el 80% de los hombres, pero solo en el 20% de las mujeres, o que no hay diagnósticos adecuados de osteoporosis en hombres? Si no sabemos cómo afecta el calentamiento global a hembras y machos en las poblaciones naturales, ¿cómo predecir sus dinámicas?

Los cinturones de seguridad no se prueban con maniquíes femeninas, los chalecos antibalas no son eficaces para los cuerpos con pechos y las apps de salud y de ejercicio ignoran los ciclos menstruales.

Y la inteligencia artificial se nutre de datos plagados de estereotipos alejados de la realidad. Esto está cambiando con la incorporación de más mujeres al liderazgo de la investigación, donde se deciden las estrategias y los objetivos. Y es muy importante porque la ciencia sesgada es mala ciencia y cuesta vidas y dinero.

Además, el abandono temprano de las mujeres supone que habrá menos modelos que inspiren a las niñas para dedicarse a la ciencia y la tecnología, así que estarán en desventaja en el mercado laboral futuro, donde más de la mitad de los empleos tendrá relación con estos ámbitos.

#NoMoreMatildas y más allá

Por todo esto y por más razones, en 2021 la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT) lanzó la campaña NoMoreMatildas.

Porque creemos que la baja presencia de mujeres en las aulas de carreras de ciencias e ingeniería se debe en parte a la falta de referentes que fomenten la vocación científica en las niñas.

Queremos llevar a las científicas olvidadas a los libros de texto escolares, para que las niñas (y los niños) sepan que hubo y que hay hoy mujeres que hacen avanzar la ciencia.

El talento no tiene género, y prescindir del que podrían desarrollar las niñas de hoy, que no eligen ser científicas porque creen que la ciencia es cosa de hombres, es desaprovechar a la mitad de los cerebros que tenemos a nuestra disposición para hacer frente a los enormes retos que nos plantea el futuro.

Estos son los motivos, también, de que sigamos conmemorando el Día internacional de las Niñas y la Mujeres en la Ciencia el 11 de febrero.

Las causas de las brechas de género en ciencia son muchas y complejas y ocurren en una sociedad que no es igualitaria. Es nuestra obligación hacer algo contra estas causas, tanto personalmente como a través de las instituciones y las leyes. Este es el compromiso de AMIT y debe ser el de toda la sociedad.

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