Ficciones de anticipación

El optimismo se siembra en la autoayuda positiva y el pesimismo se recoge en los relatos de anticipación. La ficción imagina un mundo peor, la distopía, después de que el pensamiento imaginara las utopías. Fracasadas las utopías teorizadas hasta ahora, ¿de qué otra manera se va a escribir?.

Hay un pequeño debate sobre si las ficciones se están poniendo muy negativas respecto al futuro bajo la atmósfera caldeada del cambio climático pero los telediarios de las tres de hoy son exactamente cómo habían predicho las películas de los años noventa que se ahorraban un montón de carísimos efectos especiales poniendo bajo la mosca de CNN a la presentadora que informaba de un surtido simultáneo de catástrofes climáticas en todo el globo. Ahora lo hace Ana Blanco.

Cuando empezábamos a constatar que la ficción de hoy era la realidad del futuro, la vida imitó al séptimo arte en el 11-S. Lo más sospechoso del ataque fue lo estadounidense que parecía. Después de que las agencias de inteligencia estadounidenses ni olieran que Bin Laden iba a usar Manhattan de bolera, Washington movilizó a Hollywood para que las cabezas más creativas de la violencia ficticia plantearan hipótesis de inimaginados ataques reales.

Francia está reclutando escritores y artistas que, desde la fantasía, imaginan ante militares realidades futuras para su ejército. El Ministerio de las Fuerzas Armadas ha creado lo que llama «Red Team» para pronosticar conflictos más o menos probables que pueda enfrentar el país en un futuro tan cercano como 2030-2060. Todo es cuestión de tiempo.

Cada país tiene sus tradiciones. En Francia Julio Verne imaginaba el París del siglo XX diez años antes de que Benito Pérez Galdós empezara a escribir los episodios nacionales por la guerra de la Independencia. No es una crítica, es una constatación. Aquí se ve una reposición propagandística de los tercios de Flandes y de la Legión que está movilizando a otros artistas y escritores en un avance al pasado en sentido contrario a las agujas del reloj.

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