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Xavier Carmaniu Mainadé

Entender + con la Historia

Xavier Carmaniu Mainadé

La madre alemana de Barbie

Ironías de la historia, el día siguiente al 8-M se celebra el aniversario de la muñeca más famosa y polémica del siglo XX. Efectivamente, el 9 de marzo de 1959, la compañía Mattel puso a la venta los primeros modelos de Barbie. Pocos juguetes han generado tanto debate y tantas discusiones como esta chica rubia de plástico que ha formado parte de las cartas a los reyes de varias generaciones. Pero Barbie no surgió de la nada. Tiene una antepasada, nacida en Alemania pocos años antes, llamada Lilli.

A principios de la década de los 50, las tierras germánicas se recuperaban de la posguerra mundial. El país había quedado dividido en dos partes: una estaba controlada por la URSS llamada República Democrática Alemana (RDA), y la otra, que se encontraba en la órbita de las potencias capitalistas, se bautizó como República Federal de Alemania (RFA).

Uno de los empresarios del mundo de los medios de comunicación más importantes de la RFA era Axel Springer. En 1952 fundó Bild, una cabecera adaptada a los nuevos tiempos de la Guerra Fría. Quería que fuera popular pero de tono conservador, con protagonismo para las fotos y las tiras cómicas, para captar el mayor número de lectores posible. Por eso, cuando el dibujante Reinhard Beuthien le enseñó el personaje que había creado fue recibido con los brazos abiertos. Era una chica alta, delgada, de piernas infinitas, busto generoso, ojos azules y una melena rubia peinada con una cola de caballo. La bautizaron como Lilli y, a lo largo de las viñetas, hacía comentarios cargados de picardía y doble sentido que sedujeron al público masculino adulto. Porque en ningún caso aquellas historietas estaban pensadas para los niños.

El éxito fue tal que se convirtió en una especie de símbolo del periódico y ante la creciente popularidad, en 1955, la convirtieron en muñeca. Se vendía en dos tamaños, 29 y 19 centímetros, y costaba 12 y 7,5 marcos respectivamente. Una cantidad respetable para la Alemania de posguerra, pero Lilli era un fenómeno. Ya no solo entre los mayores sino también entre las niñas que podían cambiarle la ropa, porque enseguida proliferaron todo tipo de complementos para jugar a vestirla. Según un reportaje publicado por Der Spiegel en 2009, llegaron a venderse unas 130.000 Lillis en Alemania.

Animados por el éxito, desde el Bild decidieron llevar las historias de aquel personaje de cómic a la gran pantalla y en 1958 se rodó una película titulada Una chica en la gran ciudad. La elegida por ser Lilli en carne y hueso fue la actriz danesa Ann Smyrne, tras una votación organizada por la cabecera de Springer entre sus lectores. La producción cinematográfica permitió exportar la muñeca Lilli a otros lugares de Europa, sobre todo a los territorios de habla alemana como Suiza. Fue allí donde la descubrieron los americanos Elliot y Ruth Handler, propietarios de Mattel. Compraron un ejemplar para llevárselo a su hija de recuerdo. La niña se llamaba Barbara, pero en casa le llamaban Barbie.

Fabricada en Japón

Lilli causó el mismo impacto en aquella jovencita americana que el que producía en las alemanas y esto animó al señor y señora Mattel a producir su propio modelo de muñeca, que en realidad era casi idéntico a la nacida en las páginas del Bild. La primera aparición pública de Barbie tuvo lugar en la Feria Internacional de Juguetes de Nueva York el 9 de marzo de 1959. Una de las pocas diferencias es que además de la versión rubia, como la teutona, también había una morena. Ahora bien, en ambos casos se puso a la venta con un bañador con estampado de cebra siguiendo la moda de ese tiempo. Se presentó como Teenage Fashion Model y fue un éxito sin paliativos: durante el primer año se vendieron 350.000 unidades. Aquella primera producción se fabricó en Japón, otro país que también se estaba recuperando de la Segunda Guerra Mundial y donde EEUU externalizaba la manufactura de determinados bienes de consumo para reducir su precio de coste.

Aquello solo fue el principio de una historia de éxito comercial de un juguete que, pese a las críticas y el paso del tiempo, sigue conservando su popularidad.

Competencia

Los derechos de Lilli

Cuando Mattel se dio cuenta de que Barbie era un filón que garantizaba suculentos beneficios, removió cielo y tierra para comprar los derechos de reproducción de Lilli. Lo logró en 1964 y, automáticamente, la retiró del mercado para eliminar la competencia. Si nos pusiéramos freudianos podríamos decir que vendría ser como matar al padre pero en versión Toy Story.

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