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Javier Cuervo

Artículos de broma

Javier Cuervo

El papel y la pistola

¡Cuánto mejor funciona la ley mordaza rusa que la nuestra! Occidente ya estará tomando nota de su eficacia para cuando entremos en guerra, porque cada vez que el enemigo avanza en la represión le respondemos con un retroceso en la libertad.

Estos días sacas un papel en una plaza o calle de Moscú y aparecen dos policías XXL y se te llevan por los sobacos. Si va escrita la palabra «guerra» para describir la guerra te pueden caer hasta 15. ¿A cuánto cotiza hoy en Moscú, en prisión o en polonio, decir «¡Putin asesino!»?.

Producen respingos estos ciudadanos que salen a la calle con un papel, se encuentran con los guardias y no sabemos si vuelven a casa a cenar ni en qué condiciones lo hacen. La periodista de televisión Marina Ovsyannikova interrumpió la retransmisión en directo del noticiario vespertino de la primera cadena rusa con un cartel en el que se leía «Detengan la guerra. No creas propaganda, te están mintiendo». De momento, la detenida es ella por desacreditar a las fuerzas rusas, algo que en este tiempo que no se pude llamar «guerra» no debe ser tontería.

La clave es el papel. Ahora, el soporte es el mensaje, McLuhan. La imagen reciente más disparatada fue un manifestante solitario que mostraba un papel en blanco, por delante y por detrás, a los peatones moscovitas y a la cámara de un teléfono móvil. Era como si estuviera gritando a sordos. Como abrir la boca y no decir nada. El manifestante sin manifiesto tenía una expresión pánfila cuando se dirigía a los policías y enseñaba el papel como si estuviera haciendo un truco de magia de cerca con un naipe al que se le hubieran caído el rey, el oro y el enrejado del envés. Era un chiste sin palabras con un globo en blanco, un silencio del doctor Murke, una pantomima de la protesta. Fue detenido. ¿Se lo llevaron en volandas o era un serafín? Admiro el valor que hace falta en Rusia para empuñar un papel, aunque sea en blanco, entre estas patrullas armadas como para «la palabra que empieza por g» que te pueden depositar ante una justicia que es el hall de la cárcel, ese espacio sin garantía.

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