La Provincia - Diario de Las Palmas

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Valores y deporte que corren por las venas

Son las nueve de la mañana y la instalación deportiva del colegio Claret empieza a cobrar vida. Este hecho no tendría nada de llamativo, si no fuera porque es sábado y, en lugar de los habituales uniformes, los pequeños lucen sus equipajes deportivos. Como cada fin de semana, las pistas se llenan con la ilusión de niños y niñas que, tras su semana de entrenamiento, sueñan con marcar goles, anotar canastas o hacer puntos directos. Junto a ellos, llegan también las familias. Viéndolas orgullosas y emocionadas no nos cabe duda de que la práctica deportiva durante la infancia es una prioridad pues, además de promover hábitos saludables, genera aprendizajes y lazos que perduran en el tiempo.

Sin embargo, hoy ponemos nuestros ojos en otras personas: jóvenes que, desde los banquillos, desarrollan una labor que no siempre se pone en valor como se merece. Estamos hablando de los entrenadores que invierten su tiempo libre en educar y hacer crecer en muchos aspectos a los deportistas. Son uno de los pilares fundamentales del deporte de base ya que son, a la vez, transmisores de conocimientos y ejemplo. Con frecuencia podemos verlos con la mochila a cuestas porque después de su entrenamiento con los pequeños empatan con el suyo propio, cambiando en menos de diez minutos de rol para seguir haciendo lo que tanto les gusta. Si los miramos de cerca, podemos ver en sus ojos la misma ilusión que prende en los niños, viva aún en ellos, a pesar de que sus caras ya son de adultos.

Nuestro club, el CD Corazón de María, vinculado al colegio Claret de Las Palmas, siempre ha apostado por esta figura, la de jóvenes estudiantes de nuestro centro que, tras años aprendiendo nuestra filosofía como jugadores y alumnos, pasan a formar parte del cuerpo técnico. Así, Alejandro, Javi, Marta, Celia, Lucía o Borja, entre otros muchos, se convierten en los mejores referentes para los pequeños. Siempre nos han despertado la mayor admiración porque son capaces, pese a su juventud, de comprometerse con sus estudios, con sus equipos y con sus jugadores, manteniendo cada fin de semana viva la ilusión y la competición. Y todo ello, sin perder su tiempo libre o repercutirles en su expediente. No nos cabe duda de que son nuestro mayor valor, pues son los referentes, esos en «los que me quiero convertir cuando crezca» y a los que abrazo cuando consigo ganar una copa o cuando necesito consuelo en la derrota… Esos entrenadores y entrenadoras son los que mejor ejemplifican los valores por los que se nos reconoce allá donde vamos y mantienen vivo nuestro ideario, fundamentado en los valores que un día soñó el Padrito. Son la representación del esfuerzo, la alegría, el servicio, la humildad, el sacrificio…

Es sábado y ya se acerca el mediodía. La jornada ha resultado productiva y las últimas jugadoras van saliendo de la mano de sus padres. Nuestros entrenadores recogen los últimos balones mientras charlan sobre el próximo examen al que se enfrentarán para sacar con éxito su 2º de Bachillerato. Mientras cierran los cuartos y se despiden de los más rezagados, mantienen la sonrisa y planean su próxima semana de entrenamientos. Nosotros, que un día los entrenamos a ellos, los miramos desde el mayor orgullo; no solo por lo que han crecido, sino porque gracias a su trabajo continuamos, generación tras generación, educando en valores a través del deporte.

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