La Provincia - Diario de Las Palmas

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Marrero Henríquez

Escritos antibélicos

José Manuel Marrero Henríquez

Paños calientes

Nopólemo salta de un canal a otro canal y todo lo que ve le parece frívolo: ha nevado en la cumbre de Gran Canaria y hay que tener mucho cuidado con las placas de hielo; con la tormenta Celia se ha caído un muro encima de una guagua y los pasajeros, todos ilesos, han tenido que salir por las ventanas; en Pasapalabra los invitados se han puesto a cantar y bailar una canción comercial que Nopólemo desconoce. Nopólemo se va al despacho, enciende el ordenador y consulta su correo electrónico. Después, cuando sale del mail, en la pantalla aparecen noticias y anuncios que también le resultan extremadamente frívolos: Nadal ha pasado a semifinales en Indian Wells, ¿merece la pena tener un seguro de decesos?, el paraíso de las Maldivas con todo incluido, lo para la Guardia Civil y da su DNI de la República Errante Menda Lerenda, el casco rosa de Alonso, cómo corregir las malas posturas de la espalda.

Entre esas noticias y esos anuncios aparece la advertencia de EEUU a China sobre las graves consecuencias que afrontará si ayuda a Rusia en su invasión de Ucrania. Nopólemo se sobresalta y se dispone a picar sobre ese enlace para saber cuáles serán tales amenazantes consecuencias estadounidenses, pero no lo hace, vuelve atrás, al caso de la Guardia Civil que para un vehículo y el conductor le da como documentación un DNI de la República Errante Menda Lerenda. Pica sobre ese enlace y lo que ve es un video de un control de carretera, en La Rioja, en el que el chófer de un vehículo da como documento de identidad al Guardia Civil que detiene su coche una tarjeta de plástico, con su foto, sus fechas y su huella dactilar, tarjeta que se ve en primer plano de pantalla, por el revés y el envés, con todos los datos propios de un DNI, acreditando que es ciudadano de la República Errante Menda Lerenda.

Nopólemo se pregunta por qué ha picado en el enlace del incidente de la República Errante Menda Lerenda y no en el de las amenazas de Biden a China. ¿Se estará cansando de la apabullante información que recibe de Ucrania y estará empezando a tomarse esa desgracia a la ligera? La respuesta es no. No es que por el exceso de información se esté tomando las cosas que pasan a los ucranianos a la ligera, es simplemente que, estando tan lejos de los bombardeos y de la miseria, tiene tiempo y ánimo para apreciar la feliz ocurrencia de acreditarse oficialmente como ciudadano de la República Errante Menda Lerenda y de hacerlo ante la misma autoridad de la Guardia Civil. Le parece además que esa ocurrencia es tan divertida que los mismos guardias civiles que pararon a ese chófer no habrán podido evitar echarse unas risas.

Nopólemo ama su tierra pero no simpatiza con los nacionalismos, que son ideologías de paños calientes y de fácil implantación popular, de quítate tú para ponerme yo, de es el otro el que tiene la culpa y pobre de mí que no soy responsable de lo que los otros han hecho. Y por eso le ha gustado mucho saber que hay alguien que se acredita ante la autoridad como ciudadano de una patria errante, una patria que se mueve y que está donde el ciudadano esté. A los militantes castellanistas del espíritu nacional esa patria errante les sentará tan mal como a los catalanistas intransigentes y a los vascos sabinoaraneros y, en general, como a todos los nacionalistas que estén dispuestos a quemar una bandera mientras febrilmente enarbolan enfervorecidos otra.

Se hace de noche y Nopólemo enciende la tele para ver lo que ya sabe que va a ver. La enciende con la esperanza de que por una razón u otra se anuncie que la guerra va a terminar. Pero no, 4 millones de ucranianos se han marchado de su país y siguen desbordando las fronteras de los países vecinos, sobre todo la de Polonia. Las imágenes de Bucha sembrada de cadáveres civiles y de otras ciudades bombardeadas sin misericordia son espeluznantes. Y entonces Nopólemo no puede dejar de imaginarse que ese bebé muerto que su madre llora desconsoladamente no es otro que Putin, un bebé con la cabeza de Putin que no tuvo la oportunidad de coger un segundo respiro. ¿Será Putin, viéndose a sí mismo como bebé asesinado, capaz de simpatizar con la población que masacra? ¿Saldrá así de su bucle de razones existenciales y geoestratégicas y se dará cuenta de la matanza que está cometiendo? La ocurrencia del ciudadano de la República Errante Menda Lerenda, cuyo DNI hace a todos sujetos de derecho del lugar en que se transita, le sería de gran ayuda.

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