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Observatorio

Una buena razón para ser optimista: se vive más tiempo

Ser una persona optimista no está de moda. El optimismo suele gafarse con mil y una razones del entorno con tendencia a bajar el nivel de optimismo, por razones evidentes. Sin embargo, según los estudios, los que son optimistas viven más tiempo.

Menos ansiedad evitando los conflictos

Las investigaciones efectuadas por diversas publicaciones científicas recientes han demostrado que las personas que generan perspectivas halagüeñas ante la vida son más longevas. La razón principal vendría del hecho de que los pensamientos positivos reducen los momentos de estrés, angustia y ansiedad. El estrés crónico es un gran enemigo de la salud cardiovascular, mental y del sistema inmune. De hecho, puede incluso mermar la memoria y la capacidad de aprendizaje, lo que genera un círculo vicioso de malestar.

Los científicos afirman que ante situaciones adversas que generan nerviosismo, las personas optimistas se defienden mejor emocionalmente y viven menos momentos de estrés en su cotidiano. Todavía se desconoce el mecanismo por el cual los optimistas minimizan el estrés. Se postula que los que ven el vaso medio lleno tienen mayor tendencia a evitar las discusiones cuando pierden las llaves, están en un atasco documental y otros momentos de irritabilidad. Puede que estas personas simplemente vivan estas circunstancias como parte del cotidiano. Como yo suelo decir: «No hay más previsible que lo imprevisible».

Más vida con menos enfados

Para entender mejor la razón por la cual los optimistas tienen vidas más largas, un equipo de investigadores americanos liderados por la Doctora Lewina Lee, psicóloga clínica de la Universidad de Boston (EEUU) decidió efectuar un estudio con Veteranos de Boston.

Una buena razón para ser optimista: se vive más tiempo

Para el estudio, el equipo analizó la información proveniente de 233 hombres que se habían inscrito al programa de Veteranos americanos entre los años 1961 y 1970. Hicieron un seguimiento de estos hombres durante 21 años, y desde los años 80 y 90 les midieron con análisis específicos el nivel de optimismo.

Entre los años 2002 y 2010, estas personas completaron tres seguimientos de ocho días completos en los que tenían que comentar cómo se encontraban de humor y describir las situaciones estresantes que habían experimentado cada día.

Los analistas encontraron que los hombres más optimistas que se declaraban de mejor humor frecuentemente también describían un número menos de momentos de nerviosismo y mal humor. Este hecho no estaba basado en que fueran más afortunados en los infortunios, sino sencillamente porque el umbral de exigencia entre lo que consideraban momento estresante o relajante era mayor. En otras palabras, perder por ejemplo las llaves del coche entraba dentro de lo normal. La Doctora Lee comenta que «los más optimistas limitan la exposición a situaciones que alteren su equilibrio emocional. Es como si otorgaran menos importancia a las situaciones estresantes».

Aunque el estudio se efectuó únicamente con voluntarios del sexo masculino, los investigadores del análisis indican que algo parecido ocurre en el caso femenino. De hecho, se sabe que las mujeres de edad avanzada suelen presentar mayores secuelas en lo cognitivo y el bienestar emocional cuando presentan estrés crónico, e incluso puede aumentar el riesgo de padecer enfermedades neurodegenerativas como el Alzhéimer.

El que nace con ello, lo suele mantener

¿Cómo ser más optimista? Al parecer, los niveles de pesimismo u optimismo tienden a ser bastante estables a lo largo de la vida de las personas. No obstante, la Doctora Lee es una persona optimista respecto a este rasgo de la personalidad. Esta Doctora defiende que hay formas de potenciar la visión del panorama de color de rosa para aquellos que tienen la voluntad de desarrollarlo.

Una forma de aumentar el optimismo consiste en desarrollar una mayor conciencia de cómo reaccionamos internamente frente al juicio de una situación concreta que pueda parecer adversa. A menudo reaccionamos automáticamente con un juicio negativo frente a aquello que consideramos una adversidad, colocándonos en el escenario más catastrófico posible.

Seguramente una forma más optimista de pensamiento no consiste en ignorar el riesgo y aventurarse a más peligros, sino en ponderar adecuadamente nuestro lado fuerte para solventar las dificultades. Se puede echar mano de las herramientas personales desarrolladas por las experiencias pasadas que se han resuelto con éxito. También se puede llevar al terreno más favorable del pensamiento el potencial resultado de la dificultad que afrontamos, dándole un matiz de mayor confianza.

Según el profesor Andrew Steptoe, del University College de Londres, los optimistas suelen orientar sus vidas hacia las situaciones de menor esfuerzo frente a los pesimistas. Las personas optimistas son menos dadas a interesarse por los conflictos, o simplemente suelen ser menos proclives a visualizar los incidentes del día a día como causa de estrés.

Mejorar el estilo de vida

Es ahora un hecho científicamente demostrado que la actitud optimista alarga la vida. Además de modificar los pensamientos catastrofistas, se puede fomentar el optimismo favoreciendo el estilo de vida favorable para la salud mental. Para ello, como comento en mis libros, fomentar la alimentación neurosaludable (la dieta mediterránea), el ejercicio físico al aire libre, el buen dormir y las buenas compañías son un claro aliado de la actitud optimista, reduciendo la tendencia a patologías y alargando la vida en calidad y cantidad.

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