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Alfonso González Jerez

Retiro lo escrito

Alfonso González Jerez

Elecciones anticipadas

El Gobierno de Pedro Sánchez entra en una situación agónica. Las perspectivas de crecimiento se recortan y es más que probable que en el segundo semestre del año el Banco Central Europeo deje de comprar indiscriminadamente deuda española –ni griega, ni portuguesa, ni italiana–. Las medidas tomadas para el control de la inflación han sido insuficientes y de los grandes proyectos tractores para la modernización económica, el aumento de la productividad, la creación de empleo cualificado y la revolución digital y verde, alimentados por los fondos Next Generation, continúan en un sospechoso anonimato. Para colmo el socio minoritario del Gobierno, Unidas Podemos, se dedica a cantinflear sus perjúmenes ideológicos y hasta se permite criticar la reunión de la OTAN en Madrid, a arremeter contra el jefe del Estado o a blanquear a Putin y su régimen en asambleas y manifiestos bocachanclas. La tentación de dar por finiquitada la legislatura y convocar elecciones es creciente porque cada vez son menos los dirigentes socialistas que confían en una recuperación económica pujante y en la lealtad de UP, por no hablar del resto de las fuerzas parlamentarias que votaron la investidura de Pedro Sánchez hace ya más de dos años. Este jueves debe ser convalidado por el Congreso de los Diputados el real decreto ley sobre medidas urgentes para responder a las consecuencias económicas y sociales de la guerra en Ucrania. Quizás haya sorpresas; ninguna demasiado agradables para el PSOE.

El horizonte de Sánchez –se ha repetido desde 2020– ha sido siempre agotar la legislatura, con dos fechas epilogales: el juramento de la princesa de Asturias y heredera de la Corona ante las Cortes Generales en octubre de 2023 y la Presidencia del Consejo de la Unión Europea, que es rotatoria y que le corresponde a España en el segundo semestre del próximo año. Engalanado por cientos de horas de telediarios como presidente de Europa, Sánchez disolvería el parlamento en enero de 2024. Esos objetivos, sin embargo, se antojan cada vez más inalcanzables. Todo el sanchismo –como cualquier construcción política actual– se basa en materiales muy ligeros y escasamente resistentes: acuerdos débiles, consensos rápidamente erosionados, feroz ventajismo coyuntural, retóricas desmemoriadas que reivindican una polarización practicada y denunciada a la vez, la propaganda ocupando hasta el último rincón del discurso público, la fake news supuestamente bienintencionada. Los rumores en la villa y Corte apuntan a dos momentos probables para unas elecciones anticipadas con los resultados de los comicios de Andalucía como elemento central para tomar una decisión: el próximo otoño o (con los presupuestos del Estado casi seguramente prorrogados) la primavera del año que viene, según algunos, coincidiendo con las elecciones autonómicas y locales. Todo el partido volcado al unísono para ganar en España y mantener el pulso en las comunidades autonómicas.

A los socialistas canarios –como a compañeros de otras comunidades– les espanta el adelanto electoral. Porque unos malos resultados de Sánchez en el próximo otoño, con la llegada de Núñez Feijóo a La Moncloa, condicionarían fuertemente los suyos casi medio año más tarde. Si el PSOE consiguió la mayoría en el Parlamento de Canarias en 2019 no fue por la atracción fatal que ejerciera Ángel Víctor Torres sobre el electorado ni por el programa electoral socialista, sino por el cansancio (y aun el hartazgo) que generaba Coalición Canaria y, sobre todo, por la capacidad de atracción de la marca y su marketing. Sin Pedro Sánchez en el poder los socialistas isleños lo pueden pasar francamente mal en las urnas el próximo año. Y con una convocatoria múltiple no está claro que Torres y su equipo no terminen recibiendo el mismo castigo que previsiblemente se puede llevar Sánchez.

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