La cría en cautividad de cualquier especie animal suele ser un tema controvertido, pero en el caso concreto de los pulpos lo es aún más, ya que existen algunos informes que cuestionan su bienestar con la acuicultura. Vaya por delante mi máximo respeto a todas las opiniones.
En relación a la primera granja de pulpos del mundo, que la empresa Nueva Pescanova tiene previsto instalar en el puerto de La Luz y de Las Palmas, no debemos pasar por alto que una instalación de este tipo está sometida a una rigurosa fiscalización. Para que la misma pueda salir finalmente adelante, son varias las administraciones públicas que deben autorizarlo. En el caso concreto del informe de impacto ambiental, es la dirección general de Transición Ecológica y Lucha contra el Cambio Climático, pero además se necesitan permisos de la Dirección General de Pesca.
Creo que una inversión de 65 millones de euros en Las Palmas de Gran Canaria, que va a generar unos 300 empleos, entre directos e indirectos, es sin lugar a dudas una buena noticia. Sobre todo, teniendo la tranquilidad de que si las autoridades competentes le dan luz verde al proyecto, será porque reúne escrupulosamente todos los requisitos.
Desde el punto de vista económico, está claro cual sería su impacto. Además de concentrar el mayor número de puestos de trabajo del puerto, contribuiría a diversificar nuestra economía, dejando la puerta abierta a nuevos nichos de mercado.
El duro golpe que la pandemia ha supuesto para el sector turístico de las Islas, debería hacernos reflexionar sobre la necesidad de ampliar nuevos horizontes, para que nuestra subsistencia sea cada vez menos dependiente del principal motor económico de Canarias.
Según las previsiones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), dentro de nueve años el 60% del pescado que se consuma a nivel mundial procederá de la acuicultura. Esto no debe sorprendernos, sobre todo si tenemos en cuenta que, por ejemplo, en el caso del pulpo, hay una tendencia constatada en el último medio siglo, en la que su producción es cada vez más escasa como consecuencia de las alteraciones producidas por el cambio climático.
El pulpo es un alimento cada vez más demandado en todo el mundo. Hace años se consumía en España y Japón principalmente, pero también se ha puesto de moda en otros países europeos y en Estados Unidos, donde viven millones de personas que podrían degustar el pulpo producido en Las Palmas de Gran Canaria.
España es un referente mundial en la acuicultura, y estoy convencido de que se continuará investigando sobre las líneas abiertas en técnicas que aseguren el bienestar animal y en reducir el impacto ambiental, así como en aumentar la sostenibilidad.
Ojalá en un futuro no muy lejano, nuestra ciudad pueda volver a liderar el ranking que ya ocupó en el pasado como principal exportador mundial del pulpo, cuando la flota gallega de cefalópodos podía operar con acuerdos pesqueros en el banco de pesca canario-sahariano y descargaba en nuestro puerto de La Luz y de Las Palmas.