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Fernando Canellada

Azul atlántico

Fernando Canellada

Manuel Marchena, culpable

Culpable de independencia. El veredicto popular ha sido favorable. Tal vez jugaba en casa y la afición era de su Isla. Después de escuchar a Manuel Marchena Gómez en el foro de Charter 100 Gran Canaria, resulta obligado afirmar que la independencia y profesionalidad son innegociables para el magistrado grancanario. Es más que evidente que Manuel Marchena, que protagonizó la política nacional durante meses, no necesita presentación en Gran Canaria, la tierra en la que nació en 1959. No hace falta cometer la estéril tarea de resumir su biografía, pero si resaltar que a estas alturas de su carrera profesional, este egregio jurista tiene quien le escriba y quien le defienda, aunque también quien le recuse.

Fiscal excedente, hombre de leyes con obra y trayectoria, figura distinguida del derecho canario, Marchena habló en el hotel AC Gran Canaria durante más de una hora a un centenar de mujeres, muchas sobradamente preparadas en materia jurídica.

Antes de lamentar su «destierro mesetario», que parece será largo y prolífico, el jurista ahormado con los jesuitas, repartía saludos entre tragos a un botellín de cerveza. Todo lo contrario a un juez estrella, especie tan popular y de nefasto recuerdo en otro tiempo no muy lejano, un simpático Marchena derrochó talento y erudición, en un divertido relato, aderezado con buena memoria y una prudencia sin límite.

Para defender la independencia judicial y mostrar las tensiones entre políticos y jueces se lanzó a la historia con Lucas Mallada, un regeneracionista que ya lo describió en Los males de la Patria, y que falleció en 1921. Solo un año después de finalizar la exclusión medieval femenina del derecho, impensable hoy entre abogadas y abogados. Ante auditorio tan femenino dejó claro que la interferencia de los políticos en los tribunales viene de lejos.

Para que no faltase la nota de humor en el dramático e histórico combate jueces-Gobierno, Marchena dejó caer, con una sonrisa y buen humor, que una declaración inapropiada sobre uno de los poderes del Estado podía llevarle «al exilio».

Todo buen jurista, hombre o mujer, suele ser una persona cultivada y amante del saber. Además, los maestros, palabra gastada por un uso incorrecto, sobresalen sobre todo porque son modestos. Así es Marchena, una gran esperanza judicial. Los que pretenden ponerle etiquetas se equivocan, lleva la de independiente. No se alinea con ningún bando después de soportar el sectarismo de algunos con manipulaciones escandalosas y filtraciones para enlodar a los adversarios políticos. Con méritos y distinciones innumerables, Manuel Marchena ha dado la cara y se ha sometido en directo al veredicto del pueblo soberano. Puede estar orgullosa Canarias de este hijo de las Islas que ha hecho verdadera historia en el ámbito del derecho en España y en Europa.

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