Este 8 de mayo, se cumplen 70 años de la muerte de Elena Fortún, la creadora del célebre personaje de “Celia”: esa niña inteligente, sensible y ocurrente, que sacaba de quicio a su familia –una familia burguesa en el Madrid de la II República–, e inventaba historias fantásticas para darle color a su realidad. Llegué a ella a través de la serie de José Luis Borau que Televisión Española estrenó en 1993, con una magistral Cristina Cruz Mínguez en el papel de Celia. Magnífica actriz que dejó de lado el mundo del cine tras su éxito en aquel papel, a la que pudimos ver de nuevo, unos años más tarde, en la película de José Luis Garci de 1998 El abuelo, basada en la novela homónima del escritor canario Benito Pérez Galdós.

La editorial sevillana Renacimiento está realizando una encomiable labor de reivindicación de la figura y la obra de Elena Fortún. Ha creado una colección titulada “Biblioteca Elena Fortún” en la que va reeditando los libros publicados originalmente con Aguilar –Celia, lo que dice, Celia en el colegio, Celia institutriz…– y publicando otros inéditos, como Celia en la revolución, Oculto sendero o El pensionado de Santa Casilda, escrito junto a Matilde Ras, que acaba de ver la luz en una edición de Nuria Capdevila-Argüelles, estudiosa de la obra de Fortún. Los dos últimos libros mencionados demuestran que la autora debe valorarse más allá de ser la creadora de “Celia”. Ambos, con destellos autobiográficos, profundizan en una búsqueda de la propia identidad y de la homosexualidad.

Sorprende que, a la hora de buscar referencias bibliográficas, son muy escasas las que ahondan en la vida de Elena Fortún. La única biografía existente es la de la filóloga Marisol Dorao: Los mil sueños de Elena Fortún. Es hoy un objeto prácticamente para coleccionistas que no se encuentra en cualquier librería. Se puede adquirir en el mercado secundario a precios por encima de los 100 euros o a través de la familia de Dorao, responsables de su publicación en un sello que inventaron para la ocasión: Ediciones Alboroque. En mi caso, lo conseguí contactando con Guillermo, sobrino de una hija de Marisol Dorao, a un precio muy asequible. Quedé fascinada con el tono ameno de la obra y las decenas de curiosidades en torno a la figura de Fortún.

Para empezar, no se llamaba Elena Fortún, sino Encarnación Aragoneses. Su nombre artístico lo tomó, ya en su madurez, de una obra de su marido, Eusebio de Gorbea, escritor y militar con el que contrajo matrimonio siendo muy joven y que, más que su amante, fue su amigo. Con él tuvo dos hijos; el más pequeño murió a causa de una enfermedad y trataron de contactar con él a través del espiritismo. Encarna Aragoneses siempre sintió una conexión especial con los asuntos del más allá, o eso decían. Siendo adolescente, tuvo un sueño premonitorio acerca de la prematura muerte de su padre, a quien le unía un estrecho lazo de complicidad, similar al que sentía el personaje de Celia con su progenitor. También refleja en las novelas Madrid, la ciudad donde pasó su infancia y gran parte de su madurez. Al final de la Guerra Civil, siendo ya una reconocida escritora y articulista, tuvo que abandonar Madrid y partir al exilio junto a su marido. En Buenos Aires conocería a su gran amor platónico: la intelectual Inés Field, que se convirtió en una figura fundamental en la última etapa de su vida.

Marisol Dorao confiesa en el prólogo de su biografía que no resultó fácil acceder a datos y fuentes. Fue gracias al golpe de suerte que supuso encontrar en Canarias a la familia de Félix Díaz, el niño que inspiró el personaje de “Cuchifritín” a Fortún. Los padres de Félix, Mercedes Hernández y Eduardo Díez, habían sido amigos íntimos de Elena Fortún y su marido. Otra hija suya, Florinda, se convirtió en la inspiración para el personaje de Celia. A partir de esta familia, pudo Marisol Dorao recabar datos acerca de la escritora. Vivían en Santa Cruz de Tenerife, donde fue destinado en 1922 Eusebio de Gorbea, que se trasladó con Encarna y su primogénito, Luis, hasta 1924. En esos dos años, las dos familias estrecharon lazos.

La vida de Elena Fortún podría inspirar varias novelas. Tuvo mucho en común con “Celia”, empezando por su desbordante imaginación. “Celia” llega ahora más a los adultos que a los niños. La exalcaldesa de Madrid Manuela Carmena afirmó, en una presentación en torno a la obra Guía del Madrid de Celia en la revolución (Renacimiento, 2022), que los niños de las últimas décadas no pueden sentirse tan identificados con el costumbrismo de aquellas novelas. Partiendo de mi sempiterna fascinación por el personaje, me reafirmo en la idea de que nací en la época equivocada…