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Xavier Carmaniu Mainadé

Entender + con la Historia

Xavier Carmaniu Mainadé

¿Cuáles fueron los primeros museos?

Mañana se celebra una nueva edición de la Noche de los Museos y mientras tanto hoy, para ir haciendo boca, queremos tratar de entender de dónde sale esta fijación tan humana de coleccionar y ordenar objetos de todo tipo.

Aprovechando que el 18 de mayo es el Día Internacional de los Museos, este sábado se organiza la Noche de los Museos, una ocasión única para visitarlos gratis en un horario excepcional. Actualmente estos equipamientos son las grandes estrellas del turismo cultural, por eso vamos más a los de fuera que a los de casa; porque ya se sabe que en París hay que ver el Louvre y en Londres el British, en cambio nunca acabamos de decidirnos a poner los pies en el MNAC o en el Macba.

En realidad no nacieron como un reclamo turístico, sino como una herramienta para entender el mundo. Todo empezó coleccionando y clasificando objetos hace miles de años. Por ejemplo, en un yacimiento de la ciudad de Uruq (actual Irak) se localizaron los restos de un templo del 530 a.C. con una colección de antigüedades datadas de entre el 2000 y el 2500 a.C., perfectamente etiquetadas y ordenadas. En China, entre 1600 y 1000 a.C. los emperadores ya tenían afición a conservar piezas de bronce de las generaciones precedentes; mientras que en 1500 a.C. en Egipto, Tutmosis III presumía de una impresionante colección de arte, antigüedades, flora y fauna. Tanto para los faraones como para los emperadores chinos, esa acumulación de objetos era signo de distinción y prestigio. Un hábito que se mantuvo y amplió tanto en Grecia como en Roma, donde era habitual que las clases altas crearan sus propias colecciones. En Pompeya, por ejemplo, se han localizado series de caracolas de mar de formas curiosas en las casas de los patricios.

Ahora bien, esto no tenía una finalidad educativa. El primer intento de crear una institución a tal efecto surgió en Alejandría en el siglo III a.C. Fue bautizada como Museion, o sea, el Templo de las Musas. Su impulsor fue un Ptolomeo –no está claro si el primero o el segundo– y estaba pensado como un centro de aprendizaje. Por eso también guardaba infinidad de libros y pergaminos que constituyeron la famosa Biblioteca de Alejandría. Algunos de los nombres de la historia de la ciencia, como Euclides y Heráclito, estudiaron allí.

Con el declive de Roma, Europa quedó atrasada culturalmente respecto a otros puntos del planeta. En el siglo VIII el Templo Nara de Japón abrió el museo más antiguo todavía en funcionamiento y en Oriente Próximo los musulmanes se dedicaron a transcribir al árabe los grandes clásicos grecolatinos y a crear sus propias colecciones.

En el Viejo Continente tocó esperar hasta alrededor de 1450 para recuperar el tiempo perdido. Las incipientes excavaciones arqueológicas de entonces pusieron al descubierto tesoros de la antigüedad y eso ayudó a sentar las bases del Renacimiento, que no dejaba de ser un intento de reconectar con el esplendor de Grecia y Roma. Las iglesias empezaron a acumular objetos, que dividieron entre mirabilia (maravillas) y miracula (elementos religiosos como las reliquias, a las que ya dedicamos un artículo).

Enseguida algunos linajes importantes lo vieron como una buena herramienta para reafirmar su poder. El caso más conocido es el de los Medici florentinos. Lorenzo el Magnífico empezó a acumular de todo: pintura, escultura, fósiles... Incluso presumía de poseer un cuerno de unicornio (en realidad era el colmillo de un narval). En 1582 sus descendientes decidieron abrir al público esa enorme cantidad de objetos acumulada en la sede de la magistratura de Florencia. Comenzaba la historia de la Galería degli Uffizi, que aún hoy atrae a millones de visitantes. Fue entonces cuando se empezó a utilizar la palabra museo.

En el siglo XVIII, se inició el periodo de la Ilustración, que aspiraba a mejorar la condición humana a través de la razón y los conocimientos. Sus impulsores hallaron en los museos una herramienta ideal para conseguirlo. Con pocos años se fundaron algunos de los más famosos: los Vaticanos (1756), el British (1754), el Hermitage (1764), el Prado (1787) y el Louvre (1793). Después de tanto tiempo, se mantienen como un referente para la cultura global de la humanidad, y aunque sea para decir que se ha estado allí, es inevitable querer visitarlos una vez en la vida. Mientras tanto, siempre se pueden descubrir los que tenemos más cerca.

Galería

Vasari y la familia Medici

Así como la palabra museo proviene del griego antiguo y de las musas; el término galería, muy empleado en el mundo del arte, se popularizó en la Florencia del Renacimiento, porque la colección Medici se ubicada en el edificio de oficinas que había diseñado el arquitecto Giorgio Vasari para el gobierno de la ciudad y era conocido como la Galleria degli Uffizi.

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